viernes, 4 de marzo de 2011

Hasta siempre


Hace unos días tuve la suerte de encontrarme con este vídeo.

Un fotógrafo, llamado Tom Guilmette, se encerró en un hotel de Las Vegas con su cámara, una Phantom Flex, capaz de grabar 2.564 fotogramas por segundo en HD. Entonces, decidió grabar escenas de la vida diaria en esa habitación. Luego les añadió una pequeña banda sonora y éste es el resultado.

Y yo, en él, veo una metáfora de la vida. De las pequeñas cosas que van pasando ante nuestros ojos y somos incapaces de advertir porque no estamos atentos, o porque somos incapaces de ver algo más que el resultado final en conjunto.

He decidido dejar de escribir aquí. Supongo que habrá alguien a quien le importe. Lo siento, de verdad.

Hay partes de mi vida, dentro de mi vida, que creo que no he sabido apreciar lo suficiente. Puede que no sea tarde para comenzar a hacerlo.

A por ellas voy. Deseadme suerte, como yo os la deseo.

kuko-

domingo, 23 de enero de 2011

Una flor


Ilustración: Las espigadoras (Camille Pissarro)

Escuchando: Absolute beginners (David Bowie)



En mi memoria:

"En esas habitaciones oscuras donde vivo
pesados días, con qué anhelo contemplo a veces

las ventanas. -Cuándo se abrirá

una de ellas y qué han de traerme-.
Pero esa ventana no se encuentra, o yo no sé

hallarla. Y quizás mejor sea así.

Quizá esa luz fuese para mí otra tortura.

Quién sabe cuántas cosas nuevas mostraría.
"

(Constantino Kavafis)


Recuerdo que sentí unas enormes ganas de correr al ver aquella gran extensión amarilla. Era un mar de cebada que formaba suaves olas agitadas por el aire y me solté de las manos de mi madre para bucear en él, mientras un potente sol lo iluminaba todo.

Fue la llama roja de aquella amapola lo que me atrajo. No sabía qué podía hacer en aquel sitio, parecía que no perteneciera a ese paisaje y que la cebada la retenía para que no pudiera irse. Y no fue la codicia, sino que era tan bonita y parecía tan irreal en aquel sitio, que sentí la necesidad de arrancarla para llevarla conmigo a otro lugar mejor.

La tomé en mis manos y, casi de inmediato, contemplé como lentamente se iba deshojando en ellas hasta desvanecerse.

Por eso aquellos pétalos han permanecido durante años en el aire. Para mí ccntinuaban flotando, porque no había modo alguno de recomponer la flor que yo creía estar salvando.

En ese desorden he vivido hasta que volví a encontrarte. Ha sido ahora cuando el aire que se llevó los pétalos se ha detenido. Ya nada sopla para descomponer la vida. El viento es sólo algo más de lo mucho que nos une.




kuko-

viernes, 24 de diciembre de 2010

Otra Navidad





Muchas familias preparan ya sus cenas. Han comprado regalos para todos, se reunirán al abrigo de una casa con calefacción y serán felices.

Algunos hasta pasarán la Navidad en una playa del hemisferio sur, tomándose una caipiriña y buscando la sombra para protegerse del sol.

Otras, en cambio, estarán ahora mismo pasando frío y buscando algo que llevarse a la boca, ya no esta noche, sino durante el día. Algunos tendrán que vivir por primera vez el mal trago de ver una silla vacía en la cena.

Como todos los años, hoy se derramarán lágrimas y no todas lo serán de alegría.

(Sí, se que me repito mucho todos los años, pero me parece justo y también necesario).

Feliz Navidad.



kuko-

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Inmóvil


Ilustración: Adán y Eva (Rosario de Velasco)

Escuchando: Wonderful tonight (Eric Clapton)





En mi memoria:

“Pero si,
pese a todo,
no puedes evitarlo;
y congelas el júbilo,
y quieres con desgana,
y te salvas ahora,
y te llenas de calma,
y reservas del mundo,
sólo un rincón tranquilo,
y dejas caer los párpados
pesados como juicios,
y te secas sin labios,
y te duermes sin sueño,
y te piensas sin sangre,
y te juzgas sin tiempo,
y te quedas inmóvil
al borde del camino,
y te salvas;
entonces
no te quedes conmigo. "

(Mario Benedetti)





Mientras el mundo gira y el tiempo nos arrasa, permanecemos quietos pensando en un futuro que no nos pertenece. En esa lánguida espera, nuestra vida está siempre en proyecto. Nunca empieza.

Le conté que parecíamos amarrados al suelo con unas grandes raíces, que no quería convertirme en páginas de un diario viejo arrancadas por el viento y que ya me sentía como una gota de lluvia a punto de evaporarme.

Aunque ella reconoció que somos el fragmento del sueño de alguien que permanece en coma, decidió seguir tejiendo como Penélope.

Y yo me callé y no le dije que debíamos olvidarlo ya, que el mañana era incierto y que pudiera ser que en un minuto ya fuera tarde.

Apenas alcancé a decirle “Me perteneces. Te pertenezco. Nada puede evitarlo”.


kuko-

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sueños


Ilustración: Oscar Kokoschka

Escuchando: Hymn to her (Pretenders)



En mi memoria:

“Te quería, lo sé.
Lo supe luego, cuando tu ausencia reposó mi sangre.
Pero andaba la lepra del deseo tan aína en el labio
que iba a decir -estrella-,
y se trocaba en madrugada de coñac y sombra...
Y ahora que vuelve el viento de las cinco
a levantar castillos en mi frente,
y las nubes de otoño arremolinan tu recuerdo
en el cuenco de mi mano,
necesito vestir mi voz de tarde
con citas y alamedas de domingo,
para decirte, amor, cómo te quise,
cómo te quiero todavía,
aunque sé que mi voz ha de perderse
en el largo sahara de tu olvido... “

(Julio Mariscal Montes)



Confía en mí. Déjame tomar tus manos y dibujar con ellas en el viento.

Verás que es fácil hacerlo juntos.

Removamos el aire para construir blancas nubes sin atisbo de lluvia. Ayúdame a decorar el sol con mil destellos. ¿No lo sientes ya brillar? Está ahí, tú lo has traido.

Construyamos una casa blanca, con tejado rojo y una gran chimenea, que repose sobre un cesped salpicado de flores formando un arco iris. Añadiremos ovejitas para ir contándolas hasta dormirnos.

No será difícil hacerlo juntos. No para nosotros.

Así alcanzaremos sueños que acariciarán tu rostro como la brisa del mar en verano, sueños que te harán viajar con ellos, sin destino aparente, sin rumbo fijo.


kuko-

sábado, 13 de noviembre de 2010

Hambriento


Ilustración: Leyendo fuera (Duncan Hannah)

Escuchando: Fake empire (The national)



En mi memoria:
“Salí
de madrugada.
De madrugada
los granujas del barrio de Hammersmith
jugaban en una gabarra podrida.
Anduve

por las orillas del Támesis

masticando hojas de sauce

hasta los jardines de Kew.

¡Cómo me dolía el cansancio
cuando regresé, masticando las hojas de sauce!.
¡Dios mío qué camino tan largo
desde la madrugada del hambriento

hasta la noche!”.


(Hambre en Londres. Elmer Diktonius)



He vuelto de la calle dolorido porque hacía años que no me sentía tan solo.

Te echo de menos desde este lugar vacío a muchas horas de tu casa.

Tengo hambre de ti.
Te necesito.
Hoy daría cualquier cosa por pasar la noche contigo.

Cogeríamos castañas, tal vez manzanas, y luego haríamos una tarta juntos. Y después podríamos ir al cine y compartir las palomitas. O puede que acabásemos dando una vuelta, viendo como se escapa la noche paseando por tu ciudad. O cenar algo en un lugar tranquilo iluminado por tus ojos. Después, parar a tomar una copa, sin necesidad de decir nada.

No pido mucho, pero necesito mirarte.

Y al final del día
sólo apagar la luz
y desearnos buenas noches.

No pido tanto...



kuko-

lunes, 1 de noviembre de 2010

Ritos


Ilustración: Desnudo sobre fondo amarillo (Félix Valloton)

Escuchando: L'Enfant (Vangelis)



En mi memoria:

“Pon tu frente sobre mi frente y tu mano
en mi mano.
Y hazme los juramentos que romperás

mañana.

Y lloremos hasta que amanezca,

mi pequeña fogosa”


(Paul Verlaine)



Cuando ha querido hacerse con el día todo estaba ordenado siguiendo el caos que rige la existencia. Sobre la cómoda el billete de tren, en el suelo mis maletas y en la cara una sonrisa fingida, la de la máscara que se usa para decir adiós cuando irte es lo último que deseas.

Todavía tenía pendiente la anóxica tarea de darle el consuelo que a mí me faltaba. Los minutos del “no será nada” y del “pronto volveremos a estar juntos”.

Pero esta vez no contaba con aire suficiente para articular una palabra. Y ella, que hasta ese momento cumplía fielmente con los ritos precisos dictados para ese instante, ha terminado por ceder una lágrima, a la que acompañó otra, y otras muchas más que la siguieron.

Sin decir nada, he tomado el billete del tren y lo he roto en tantos trozos que ya no podía reconocerse mi destino. Después he permanecido acariciando su pelo mientras se apagaba lentamente su llanto, hasta que se ha quedado dormida con un profundo suspiro, como una niña, en mis brazos.



kuko-

sábado, 14 de agosto de 2010

Certidumbre

Ilustración: Abrazo de dos ausentes (Eduardo Naranjo)

Escuchando: Kiss from a rose (Seal)



En mi memoria:

“Ella duerme. Es la hora en que los hombres
ya despertaron, y una escasa luz
entra todavía a herirlos.
Con muy poco nos basta. Solamente

el sentimiento de dos cosas:

la tierra gira y las mujeres duermen.
Reconciliados, nos apresuramos

hacia el fin del mundo. No nos es preciso

hacer nada para ayudarle.”


(Gabriel Ferrater)



He salido a la calle dispuesto a atravesar una tormenta y me he perdido en un oscuro túnel de agua tan largo que no se adivinaba siquiera la salida, sintiendo sólo el enojado viento que me atraía o me rehusaba a su antojo. La lluvía caía con tanta saña que apenas podía respirar, pero me mantenía el firme propósito de seguir adelante. No hay marcha atrás, no hay regreso. ¿Quién puede deshacerse de lo que es? Tantos años y todavía no he pagado ni la cuarta parte del precio de mi vida.

Al final, un duro golpe de levante se ha llevado toda el agua y alejado las nubes que han comenzado a esconderse tras las montañas. Se ha abierto el cielo y he podido ver que estaba más lejos de casa de lo que esperaba, pero debajo de mi ropa empapada he sentido que la vida me besaba y ha sido algo tan extraño, tan dulcemente pausado, que creí, que estaba seguro de que debía contarlo, pero no sé cómo hacerlo.


kuko-

martes, 13 de julio de 2010

Catarsis


Ilustración: La casa gris (Marc Chagall)


Escuchando: Wild horses (Rolling Stones)



En mi memoria:


“La amo. La amo con toda el alma. Creo que es una mujer maravillosa. La vi sólo una vez. Se dio la vuelta y sonrió. Me miró y sonrió. Después paró un taxi de la fila. Le dio instrucciones al conductor, abrió la puerta, entró, cerró la puerta, me echó una última mirada a través de la ventanilla y luego el taxi arrancó y nunca más la vi de nuevo.”

(Chicas - Harold Pinter)



Días que discurren entre el sonido del despertador y la ansiedad extrema. Estoy destrozando la columna vertebral de mi vida, aunque los dos sabemos que todo está bien, todo está muy bien, todo está jodidamente bien...

Pronto me volverás a preguntar si te echo de menos y pronto te volveré a mentir negándolo. Ni siquiera recuerdo ya porqué lo hago. Mientras tanto, escucho todos los paréntesis con la mirada perdida en una pared y, a veces, paso las horas refugiado en aquel escondite donde guardo mi felicidad por triplicado.

Estúpido comportamiento, porque cada momento es un paso que me aleja más de casa y un instante en el que me convenzo más de que potencialmente soy un peligro extremo, un astronauta en el Mar de la Tranquilidad añorando respirar por sí mismo, sin ayuda, hasta formar parte de esos silencios que escucho.



kuko-

jueves, 1 de julio de 2010

Palabras


Ilustración: Conversación bajo los olivos (Henri Matisse)

Escuchando: November rain (Guns n' roses)



En mi memoria:

“Y aunque tus miedos subsistan
y las sombras toavía permanezcan,
sé que todavía puedes amarme.
Cuando no quede nadie a quien culpar
que no te importe la oscuridad,
todavía podemos encontrar un camino,
porque nada dura para siempre,
ni siquiera la fría lluvia de noviembre”


(De la canción anterior)




Claro que las palabras hieren.

Recuerdo que aquella tarde sufrí una decepción tan grande que estuve bebiendo hasta olvidar quien era y anduve sonámbulo con la intención de perderme. Me sumergí en la noche hasta que las farolas del paseo se convirtieron en manchas de luz, hasta que dejé de sentir el peso de aquel yunque en mi pecho, hasta que el sonido de tu voz se difuminó y sólo se escuchaban mis pasos.

Después, desperté en aquella cala de piedras con todo mi cuerpo dolorido. Mi mano abrazaba con fuerza una botella rota que me había rasgado toda la palma de la mano. Al fondo, una gaviota y una paloma parecían luchar por los restos de un cangrejo, despreocupadas por mi triste presencia.

Ya en la orilla, el agua helada traida por una ola mojaba mi mano, tiñendo de rojo el mar y diluyéndose lentamente como la sombra que deja un pincel de acuarela en un vaso. Ni siquiera era capaz de sentir dolor en ese momento.

Conservo esa cicatriz como un tesoro y, a veces, como ahora, la miro para recordar quien soy y cómo he llegado hasta aquí completamente solo.


kuko-

domingo, 20 de junio de 2010

Oportunidades


Ilustración: Venus (Claudio Bravo)

Escuchando: Linger (Cranberries)



En mi memoria:

“El amor había transformado a Juanito, su alma vestía también nuevos trajes, y desde que era novio de Tonica parecía como que despertaban sus sentimientos por primera vez y adquiría otros completamente nuevos. Hasta entonces había carecido de olfato. Estaba segurísimo de ello; y, si no, ¿cómo era que todas las primaveras las había pasado sin percibir apenas aquel perfume de azahar que exhalaban los paseos y ahora le enloquecía, enardeciendo su sangre y arrojando su pensamiento en la vaguedad de un oleaje de perfumes? No era menos cierto que hasta entonces había estado sordo. Ya no escuchaba el piano de sus hermanas como quien oye llover; ahora la música le arañaba en lo más hondo del pecho, y algunas veces hasta le saltaban las lágrimas cuando Amparito se arrancaba con alguna romanza italiana de esas que meten el corazón en un puño.”

(Arroz y tartana. Vicente Blasco Ibáñez)




Tus ojos azules brillaban cuando te invité a cenar con mi primer sueldo, en lo que pensé que era mi mejor inversión posible.

En aquel restaurante, un lujo para mi maltrecha economía, hubo un cruce de palabras vacías, un roce de manos ásperas y ni un sólo plan de futuro, ni siquiera a corto plazo. No recuerdo bien lo que sucedió después, sólo que estuvimos paseando juntos por calles alfombradas de cristales rotos sin dirigirnos la palabra. La luna, allá en lo alto, fue testigo de nuestro fracaso.

Han pasado muchos años y, a veces, nos cruzamos por la calle. Nos saludamos friamente, cumpliendo con el también vacío y áspero protocolo, como aquella noche que la pasamos pensando en que ésa sería nuestra última cita.

Al final, encontraste tu camino, yo lo he perdido definitivamente.

Antes veía la vida como una estación llena de trenes que podían llevarme a algún sitio, pero hace tiempo que sólo es como un tren enorme que va pasando ante mis ojos en un paso a nivel acallándolo todo con un ensordecedor ruido.


kuko-

miércoles, 2 de junio de 2010

Contabilidad


Ilustración: Sin título (Richard Lindner)
Escuchando: How it ends (Mychael Danna & Devotchka)



En mi memoria:

“En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda

y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.”

(Jaime Gil de Biedma)



Probablemente ya no volveré a cenar en tu mesa y ya nunca volveré a dormir en tu cama.

Mis ojos ya no podrán ver a tu blusa intentando no caerse del respaldo de la silla, abrazándose a ella en postura incómoda como una alpinista inexperta, que siempre acababa en el suelo con el resto de tu ropa.

Ya nunca escucharé tu respiración tranquila, ni tendré que mentirte cuando me preguntes si tú roncas como yo (tanto no, supongo… pero, no se te daba nada mal).

No volveré a adivinar tus ojos en la penumbra de la noche, ni nos dormiremos agotados por las risas. Tampoco tendré oportunidad de prestar atención a esas surrealistas versiones de coplas que inventabas en la ducha…

Y aunque es cierto que tampoco estaré obligado a sentir la gélida caricia de tus pies en invierno, este balance siempre se cerrará en negativo, y de nada servirá que dedique mi vida a intentar engañar a las columnas del debe y el haber.



kuko-

viernes, 7 de mayo de 2010

Regreso

Escuchando y en mi memoria: Nothing compares to you (letra y música de Prince, canta Sinéad O'Connor)




Entonces era la vida, con todo lo que ello significa.

¿Qué queda de todo aquello? Hemos aprendido que la nada es algo cierto, que absolutamente todo lo que hemos sido no es más que una sucesión de imágenes desprovistas del sonido y los olores que ya se apagaron.

Y muy pronto no podremos reconocernos ni siquiera en esas fotografías que el persistente tiempo sigue cuarteando.




kuko-

viernes, 30 de abril de 2010

Tormentas


Ilustración: El abrazo (Egon Schiele)

Escuchando: Stormy weather (Etta James)



En mi memoria:

“No sé por que razón
no aparece el sol allá en el cielo.
Tiempo tormentoso
desde que mi chica y yo
no estamos juntos

sigue lloviendo todo el tiempo.

La vida es desoladora,
melancolía y penas por todas partes.
Tiempo tormentoso,
no logro recobrar la calma
dentro de mi mismo.

Estoy aburrido todo el tiempo,
el tiempo...
tan aburrido todo el tiempo”


(De la canción anterior)





Ayer me quedé de una pieza cuando me pediste opinión sobre si el alma transciende. Lo lógico hubiera sido que el agnóstico preguntara al católico practicante y no al revés, así que comprendí que pasaba algo grave, por la pregunta y por el tono en que la formulabas.

La vida es tan injusta que las convicciones se apagan cuando más las necesitas. Ahora eres consciente de que no dispones de mucho tiempo y, como un budista, empiezas a prepararte para la muerte. Por eso, me sentí como un imbécil mientras me escuchabas sabiendo que te estaba mintiendo y, al depedirnos, acabé tan agotado que dejé de ser yo por unas horas y me dejé ir hasta el momento de acostarme.

Llegada la hora de pasar la triste noche en mi triste cama he conectado la radio para intentar salir de ese pozo de malos augurios. Ni fuerzas para leer tenía. Se escucha la voz de un alpinista que cuenta con detalle cómo su compañero de expedición ha muerto solo y sepultado por la nieve en las faldas del Annapurna esperando una ayuda que no llegó a tiempo.

Y entonces ya me he dedicado a contar las horas: una, dos, tres, cuatro... y así, hasta el momento de volver al trabajo nuestro de cada día.



kuko-

viernes, 23 de abril de 2010

Cambios


Ilustración: Niña durmiendo (Angeles Santos Torroella)

Escuchando: Protection (Massive Attack)



En mi memoria:

“Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,

sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.

Los que allá fueron nada encontraron,

ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,

ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,

algo que era una flor o un mirlo de oro

o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mi,

echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.

Y ahora mi oficio es soñar, y no se

si soy yo quien sueño, o es que por mi sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.”


(Alvaro Cunqueiro)





Tras lo sucedido, nunca volvieron a estar cómodos en el mismo espacio.

Al principio parecían siameses. No perdían ocasión de eliminar el aire que les separaba. Sus manos se buscaban, los ojos de uno nunca perdían de vista los del otro.

De una semana a otra cambió todo. Nunca supe el motivo.

Lo cierto es que las sonrisas y el cariño cayeron asesinados en un mal sueño y, entonces, un torrente de desprecio salió despedido como de una cañería rota, formando un gran embalse en el que se ahogaba todo indicio de vida.

Hace ya mucho que la presencia de uno te hacía intuir la del otro, pero hasta ayer mismo se evitaban de forma obsesiva.

Hoy he coincidido en un restaurante con ellos casualmente. Estaban juntos, sin separar sus miradas ni sus manos. Parecía que les sobraba el aire que forzosamente les separaba apenas unos centímetros. Serán imaginaciones mías, pero se diría que había más luz en esa mesa.

Creo que no me han visto. En realidad, creo que no han visto a nadie.

Catorce años después, la vida hoy parece haberse vuelto más amable, tanto que hubiera sido un sacrilegio romper ese momento con un vulgar saludo.



kuko-

jueves, 8 de abril de 2010

Geografía


Ilustración: Youthi (Yoshitomo Nara)

Escuchando: De alguna manera (Luis E. Aute)


En mi memoria:


“¡Oh tú, mi triste y solitaria almohada!,
tráeme dulces sueños para preservar mi corazón del quebranto,
a
cambio de las lágrimas que sobre tí derramé despierto;
no me dejes morir hasta que vuelva sobre esas olas.”


(Lord Byron)





Observando tu geografía he aprendido que un corazón helado puede bombear sangre en forma de lava. He ubicado el lugar donde nacen esas lágrimas y el tortuoso camino que recorren antes de desembocar en tu boca.

Sé lo que significan unas manos que intentan en vano mecer el viento como si fuera un cachorro herido que no encuentra consuelo. Todavía yo imito el gesto de forma instintiva y me siento ridículo cuando pienso que alguien me puede observar desde una sombra.

Tienes razón en que no soy maestro de nada, pero soy licenciado en esfuerzos. Un aprendiz de escultor del aire. Puede que haya acumulado méritos para otra vida, nunca para ésta. Aquí no me sirven ni para pagar penitencias.

Definitivamente no eres tan distinta a mí. Nos unen más cosas de las que nos separan. Yo también vivo encadenado a ese molino que quebranta las esperanzas.



kuko-

domingo, 28 de marzo de 2010

Confusión

Ilustración: Accidente (Alfonso Ponce de León)

Escuchando: Desperado (Eagles)



En mi memoria:

“Yo no sé dónde llamar
para buscarme en la mar,

para encontrarme en el viento.


No sé el lugar de la tarde,
ni si el fuego yela o arde,
Ni qué nombre era veneno.


Si aquel volcán es mi ocaso,

si esta ribera que paso

tiene enfrente mi deseo.

Si lo amarillo es mi rosa,

si una estrella es la gloriosa
lumbrera de mi desvelo.


Si vivir era, es así...

Por el tiempo me perdí

y mi espacio es el desierto.”


(J. Ramon Jiménez)



Me llegó tu mensaje diciéndome que no habías sentido nada desde entonces. Sólo eso me animó a escribirte, y comprobar que en el fondo nunca llegué a matar el nervio que controlaba el dolor de tu ausencia.

Han pasado varias semanas y sigo sin tener noticias tuyas. Supongo que esperaba algo que tú nunca me dijiste que iba a producirse. No has sentido nada desde entonces y puede que no sientas ya nada ahora. Algo muy sencillo de explicar, pero que yo no había comprendido. Sabes que no soy nada brillante para estas cosas.

Y, aunque la respuesta ya parece evidente, todavía esperaré tus noticias durante unas semanas más. No está en mi condición poder evitarlo.

Los días siguen pasando sin darme tregua. El calendario me dice que ya es primavera, pero no puedo escuchar el canto de las aves.

Hemos llegado a la hora en que todo está en silencio.

Todo en silencio.

Todo.




kuko-

domingo, 14 de marzo de 2010

Tenue


Ilustración: Girasoles (Yue Minjun)

Escuchando: Why worry (Dire Straits)



En mi memoria:

“Así fueron marchando los días, fluyendo del tiempo puntuales, monótonos, sin un fallo. Y yo seguía esperando sin tener una conciencia clara de qué era lo que esperaba. Tal vez mi retorno a un equilibrio interior, tal vez algo grande, tremendo, inesperado, algo indeterminado, deseable por su misma imprecisión. En el fondo tenía esperanzas de sanar por dentro; de que el tiempo y la naturaleza fuesen debilitando las profundas roderas que en mi ánimo imprimiese el carro de la muerte; de poder decir algún día «he sido un loco» y reírme hasta desmayarme de mi locura...”

(Miguel Delibes. La sombra del ciprés es alargada)





Nada más salir del sueño, he abierto los ojos y te he visto sonriendo ante el espejo de la habitación con mi camisa puesta. Tus manos perdidas en las mangas y tu pelo todavía desordenado.

He permanecido unos segundos en silencio, contemplándote y conteniendo la risa, hasta que te has vuelto para que supiera que sabías que ya estaba despierto.

- No te levantes hoy, que yo te sustituyo en el trabajo.Será nuestro secreto, nadie se dará cuenta.

- No sé, creo que lo notarán... Al menos, ponte los pantalones.

Me sonries y te abalanzas sobre mí, amenazante.

- No vas a irte. Te dejaré encerrado aquí hasta que vuelva.

- Ponte el sujetador y recógete el pelo un poco, yo lo llevo más corto.

Desapareces de la habitación y puedo seguir el sonido de las risas que te acompañan hasta el baño.

Mientras tanto, todavía se adivina el calor tenue que ha dejado tu cuerpo en la cama. No se ha roto el difícil equilibrio del cristal que nos sostiene.




kuko-

sábado, 6 de marzo de 2010

Olvido


Ilustración: Calle de París en un día de lluvia (Gustave Caillebotte)

Escuchando: Breath me (Sia)



En mi memoria:

“Las horas que paso contigo
son como un jardín perfumado,
un tenue crepúsculo y una fuente cantarina...
tú y sólo tú logras que me sienta vivir...
Otros hombres dicen que han visto ángeles,
mas yo te vi y me basta.“


(George Moore)



Hubo inviernos mejores, con cálidos días que comenzaban con un beso de despedida y sus horas intermedias que se quebraban durante un instante con un salvavidas en forma de llamada. Un “te echo de menos”, contando las horas hasta que llegaran los segundos en que recuperarías ese primer beso.

Ahora los días se apagan de modo enfermizo, casi agónico. Un silencio doloroso que se rompe con el sonido de un teclado que me recuerda constantemente que estoy solo en esta habitación y en esta casa tan grande para alguien que, a veces, se siente tan pequeño.

Y yo sé que lo sensato sería olvidar que tuve todo eso. Incluso puede que en el fondo tenga capacidad para hacerlo si me lo propongo, pero ya hace tiempo que me invade la certeza de que, salvo en estos momentos en que divago como un estúpido, ya no volveré a abrazarte, y se hace duro decidir así tu propia muerte bañada de olvido.




kuko-

lunes, 15 de febrero de 2010

Sonríe


Ilustración: Dos mujeres (Julio González Pellicer)

Escuchando: Smile (Nat King Cole)



En mi memoria:

“Sonríe, aunque te duela el corazón,
sonríe, aunque se esté rompiendo.

Cuando haya nubes en el cielo,
te las arreglarás
si sonríes en medio de tus miedos y tristeza.
Sonríe y, tal vez mañana
verás
el sol salir brillando para ti.

Ilumina tu rostro de felicidad,
oculta cada rastro de tristeza

a pesar de que una lágrima siempre pueda acercarse.
En esos momentos debes de seguir tratando

de sonreír ¿de qué sirve llorar?

Te darás cuenta de que la vida
vale la pena
si sonríes ”

(De la canción anterior)



Comenzó como la sospecha de algo que iba cobrando cuerpo.

Al principio, notaste que había dejado de espiarte, con lo que eso te molestaba… Poco a poco, fueron desapareciendo las llamadas. Más tarde ocurrió lo mismo con los mensajes. Por último, dejaste de escuchar su nombre ya no sabes desde cuándo, pero desde hace mucho tiempo. Más de dos meses, seguro.

Hoy le has visto a lo lejos y eras tú, esta vez eras tú, quien le espiaba.

Incrédula, has vuelto a mirar el teléfono para confirmar que no hay llamadas ni mensajes. Por supuesto que no estaban, como habías comprobado ya esta mañana.

Ahora comprendes mejor lo que está pasando. Te duele que ya no te llame, que ya no te llore, que ya no gima en tu teléfono, que ya no le falte el aire y que los amigos comunes –enemigos ciertos- ya no te cuenten que se emborracha cada fin de semana y monta un espectáculo en cualquier sitio.

Ha pasado tu tiempo y de nuevo es libre. Ha sobrevivido a tu captura y su sonrisa te asfixia.






kuko-

miércoles, 3 de febrero de 2010

Eternum


Ilustración: Poeta pobre (Karl Spitzweg)

Escuchando: Amen Omen (Ben Harper)



En mi memoria:

“Bajó en el quinto piso, caminó por el pasillo y abrió la puerta del 507. La habitación olía a maletas nuevas de piel de ternera y a quitaesmalte de uñas.
Echó una ojeada a la chica que dormía en una de las camas gemelas. Después fue hasta una de las maletas, la abrió y extrajo una automática de debajo de un montón de calzoncillos y camisetas, una Ortgies calibre 7,65. Sacó el cargador, lo examinó y volvió a colocarlo. Quitó el seguro. Después se sentó en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y se disparó un tiro en la sien derecha. ”
(Un día perfecto para el pez plátano. J.D. Salinger)




El poeta pasó media vida pensando en saltar.

¡Salta!.
Salta al río y, si la caida no te mata, que lo haga la fría corriente o el agua que inundará tus pulmones.

Déjate.
Deja que unos ángeles de plumas negras y negros ojos te lleven volando a ese lugar donde nada existe, ni siquiera ese Universo cuyas estrellas atrapan la Luna y se puede ver a través del agua que atraviesa.

Entonces, todos los gritos habrán cesado.

Entonces, todas tus amantes estarán ahí, contigo.

Pero ya era tarde y, además, no tuvo valor para hacerlo.





kuko-

miércoles, 20 de enero de 2010

Perro flaco





Debe ser consecuencia de la era virtual, pero nos hemos hecho de la secta de lo contíguo. Parece que sólo existe lo que se toca, lo que se toma/deja mediante ocupación inmediata, abarcando las manos. La existencia parece ser cuestión de continente más que de contenido.

Y digo esto porque estoy horrorizado por lo sucedido en Haití más allá del impacto directo del seismo, con sus miles de muertos y heridos, con su pobreza sobre pobreza, con el pánico de todos y el pillaje de muchos…

Pero, sobre todo, me horroriza el significado de las fotografías que está publicando la prensa occidental sobre el desgraciado evento. Recuerdo que los muertos caucásicos –los del 11-S, los el 11-M- no tenían rostro, ni senos, ni genitales, pero los haitianos sí.

Será cuestión de racismo o de un cierto desprecio que se siente por quien ha tenido la desgracia de vivir en uno de los países más pobres del planeta.

O puede –intento ser benévolo- que sólo se trate de que nunca hemos abarcado a los haitianos en nuestras manos. Por eso no existen y no pasan de ser imágenes virtuales.

Tal vez sea un buen momento para recuperar nuestra conciencia de seres. Debemos ser humanos, debemos regresar al ser humano, porque lo somos o porque algún día lo fuimos.


kuko-

domingo, 10 de enero de 2010

Certezas


Ilustración: Triple autorretrato (Norman Rockwell)

Escuchando: Where did you go? (Jets Overhead)



En mi memoria:

“Así,
en ti me quedo,

paseo largamente tus piernas y tus brazos,

asciendo hasta tu boca, me asomo

al borde de tus ojos,

doy la vuelta a tu cuello,

desciendo por tu espalda,

cambio de ruta para recorrer tus caderas,

vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,

miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,

digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,

y si cierras los ojos cierro también los míos,

y me duermo a tu sombra como si siempre fuera

verano,

amor,

pensando vagamente

en el mundo inquietante

que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa. ”

(Ángel González)



Creo que realmente no conozco nada de ti, pero algo me dice que tienes que quedarte conmigo -le decía, mientras miraba sus ojos, asustado, sabiendo que no era más que un ruego imposible.

Mientras su silencio vaticinaba el eclipse, la tarde iba cayendo.

Es sabido que las lágrimas que no asoman se pierden por la garganta bajando hacia el pecho, formando una roca de hielo con aristas que cortan más que una navaja.

No quiero que te marches...

Pero, esta vez, sus ojos le devolvieron los paisajes de una luna árida y fría.

Se sintió tan ridículo que decidió irse cuanto antes de ese lugar. Ya no volvería sobre sus pasos, ya la oscuridad lo cubría todo.

Descendía la calle apresurado y una mano helada cerraba su abrigo a la altura del pecho. Otra vez comenzaba a nevar.

En tardes como estas se aprenden lecciones que se graban con fuego sobre la piel. La certeza de lo intangible es, a veces, más contundente que las veces que sus brazos rodearon su cuello e iniciaron ese ritual que, en el fondo, no era nada más profundo ni tenía por qué serlo.




kuko-

miércoles, 6 de enero de 2010

Un reloj


Ilustración: El día siguiente (Edvard Munch)

Escuchando: Aqueñas pequeñas cosas (Joan Manuel Serrat)



En mi memoria:

“Viene, se sienta entre nosotros,
y nadie sabe quién será,
ni por qué cuando dice nubes
nos llenamos de eternidad.
Nos habla con palabras graves
y se desprenden al hablar
de su cabeza secas hojas
que en el viento vienen y van.
Jugamos con su barba fría.
Nos deja frutos. Torna a andar
con pasos lentos y seguros
como si no tuviera edad.
Él se despide. ¡Adiós! Nosotros
sentimos ganas de llorar.”

(José Hierro)



Parece que esta noche de lluvia ha dejado un olor diferente. La brisa es ahora tan ligera que se muestra incapaz de arrancar las pocas hojas que han quedado en los árboles tras el otoño y la intensa lluvia de los últimos días.

Sentado en el salón, mi mano sostiene una cadena de oro de la que pende un brillante reloj labrado con una tapa que hace más de un cuarto de siglo que no se abre. Ese reloj, que nunca durmió en el monte de piedad, ni en los momentos más difíciles, representa el último vínculo que me queda con mi infancia.

Escucho los gritos y las voces alegres de los niños de los vecinos al abrir sus regalos. No hace tanto que era yo quien estaba de rodillas sobre la alfombra del salón sin poder contener la emoción y haciendo jirones el papel de colores que los envolvía.

Contemplo por última vez el reloj, sin abrirlo, y lo deposito de nuevo en su caja forrada de terciopelo negro. Resulta irónico que tenga que ser un reloj la medicina que ayude a soportar el dolor de las heridas del tiempo.

Mientras tanto, ha dejado de llover y el sol se refleja en los charcos de la calle, mientras una gota recorre el exterior de la ventana como si alguien o algo tuviera la obligación de derramar una lágrima.


kuko-

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Navidad




Y preludio de nuestro mejor año. Seguro.


kuko-

PD.: Me he encontrado con este vídeo hoy. El día 19 tuvo lugar una batalla de bolas de nieve en Times Square, NYC. No pudimos estar, pero la podemos ver...

Snowball fight in Times Square, on 12/19/2009, during the big blizzard of 2009 from dan n on Vimeo.

martes, 8 de diciembre de 2009

Paréntesis


Ilustración: Siega del heno (Natalia Goncharova)

Escuchando: One of these mornings (Moby)



En mi memoria:

“Uno de estos días,
no será dentro de mucho,
me buscarás
y me habré ido”.


(De la canción anterior)

“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar...”

(Eclesiastés 3, 1-2)




Es inquietante saber que vivimos bajo un cielo de estrellas fijas que no sabemos de donde han salido. En las noches despejadas, como la de hace unas horas, puedes mirar al cielo y encontrarlas de repente sobre tu cabeza, formando constelaciones que rigen nuestro futuro.

Llevo unas semanas que no sé qué estrella me ha picado. O puede que, simplemente, sea el tiempo inmisericorde el que me ha atravesado de una parte a otra como un rayo. Lo cierto es que he vuelto al punto de partida de hace tres años y, de nada, o de muy poco, ha servido tanto aprendizaje.

No sé si he cultivado lo que no debía o simplemente lo he hecho fuera del período de siembra. Lo que no puede negarse ya es que he perdido la cosecha entera, aunque me negaba a reconocerlo, asustado por el trabajo que me espera tras el descanso forzoso que supone esperar a que las tierras se recuperen para intentar la nueva siembra.

O tal vez sea el momento de cambiar la desagradecida tierra que cultivo por otra que seguro que existe un poco más allá, aunque sea bajo el mismo cielo de estrellas fijas.



kuko-

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lunas


Ilustración: Gitana durmiendo (Henri Rousseau)

Escuchando: The whole of the moon (Waterboys)



En mi memoria:

“Yo dibujaba un arco iris,
tú lo tuviste entre tus manos.
Yo tenía visiones,
pero tú viste todo el plan.
Yo vagué durante años por el mundo
mientras que tú permanecías en tu habitación.
Yo vi la luna en cuarto creciente,
tú viste la luna llena,
la luna llena... ”


(De la canción anterior)




Más allá de la silueta de los lejanos edificios, se dejaba ver la luna, recién aparecida entre nubes color ceniza, empujadas por el viento del suroeste.

Antes de cruzar la calle, miró hacia ambos lados, como le habían enseñado desde niño. Ni un solo coche, ni un signo de peligro. En realidad, no había nada. Esa misma nada que te hace mirar hacia atrás sin estar seguro de temer que alguien te siga.

Escuché una vez hablar de un monasterio, en algún lugar remoto, en el que la buena gente eleva sus oraciones por el alma de los que nunca pueden ver un plenilunio.

Ahora sí. Ya estaba llegando a casa y, antes de abrir la puerta y escuchar el chirrido del ascensor, dirigió una última mirada al cielo. Ahí estaba. Un ciclo lunar completo, eso decía el calendario, aunque de nada sirve poseer algo cuando eres incapaz de comprobar su existencia.

Las lunas no dependen de un ciclo, sino de los ojos que la observan. Así que era cuestión de cambiar de fase.

Por eso, pensó que esa noche no se acostaría como siempre para intentar dormir y despertarse el siguiente día buscando llenarse de razones para poder ponerse en pie. No, porque al borrarse la noche habría una razón que la luna dejaría en su ventana.



kuko-

domingo, 22 de noviembre de 2009

Imposible


Ilustración: Cabeza de J.Y.M. (Frank Auerbach)

Escuchando: Se me olvidó que te olvidé (El Cigala & Bebo Valdés)



En mi memoria:

Gasté una hora pensando un verso
que la pluma no quiere escribir.
No obstante, él está aquí dentro
inquieto, vivo.
El está aquí dentro
y no quiere salir.
Pero la poesía de este momento
inunda mi vida entera.”


(Carlos Drummond de Andrade)





Es cierto que lo nuestro terminó hace meses ya de manera irreversible.

Imposible, nos dijimos. No hay esperanza alguna de retorno...

Imposible, sí, imposible.

Pero hay momentos en que estoy convencido de que los ríos dejan de discurrir y los mares no tienen olas. Incluso las llamas del fuego se detienen, aunque no estamos lo suficientemente atentos para verlo.

Imposible. También a ti te escuché decirlo.

Estoy aquí, sentado, con los codos sobre mis rodillas y la cara entre mis manos.

Y permanezco horas así, sin levantarme, aunque hace rato que el nudo en la garganta me ahoga de sed y, además, los latidos azules de la cortina indican que me he dejado la ventana abierta.

Imposible... Nunca he sabido bien lo que significa esa palabra.

Hace frío. Me levantaré y cerraré la ventana.

Después escribiré algo, a ver si se me pasa.




kuko-