viernes, 4 de marzo de 2011

Hasta siempre


Hace unos días tuve la suerte de encontrarme con este vídeo.

Un fotógrafo, llamado Tom Guilmette, se encerró en un hotel de Las Vegas con su cámara, una Phantom Flex, capaz de grabar 2.564 fotogramas por segundo en HD. Entonces, decidió grabar escenas de la vida diaria en esa habitación. Luego les añadió una pequeña banda sonora y éste es el resultado.

Y yo, en él, veo una metáfora de la vida. De las pequeñas cosas que van pasando ante nuestros ojos y somos incapaces de advertir porque no estamos atentos, o porque somos incapaces de ver algo más que el resultado final en conjunto.

He decidido dejar de escribir aquí. Supongo que habrá alguien a quien le importe. Lo siento, de verdad.

Hay partes de mi vida, dentro de mi vida, que creo que no he sabido apreciar lo suficiente. Puede que no sea tarde para comenzar a hacerlo.

A por ellas voy. Deseadme suerte, como yo os la deseo.

kuko-

domingo, 23 de enero de 2011

Una flor


Ilustración: Las espigadoras (Camille Pissarro)

Escuchando: Absolute beginners (David Bowie)



En mi memoria:

"En esas habitaciones oscuras donde vivo
pesados días, con qué anhelo contemplo a veces

las ventanas. -Cuándo se abrirá

una de ellas y qué han de traerme-.
Pero esa ventana no se encuentra, o yo no sé

hallarla. Y quizás mejor sea así.

Quizá esa luz fuese para mí otra tortura.

Quién sabe cuántas cosas nuevas mostraría.
"

(Constantino Kavafis)


Recuerdo que sentí unas enormes ganas de correr al ver aquella gran extensión amarilla. Era un mar de cebada que formaba suaves olas agitadas por el aire y me solté de las manos de mi madre para bucear en él, mientras un potente sol lo iluminaba todo.

Fue la llama roja de aquella amapola lo que me atrajo. No sabía qué podía hacer en aquel sitio, parecía que no perteneciera a ese paisaje y que la cebada la retenía para que no pudiera irse. Y no fue la codicia, sino que era tan bonita y parecía tan irreal en aquel sitio, que sentí la necesidad de arrancarla para llevarla conmigo a otro lugar mejor.

La tomé en mis manos y, casi de inmediato, contemplé como lentamente se iba deshojando en ellas hasta desvanecerse.

Por eso aquellos pétalos han permanecido durante años en el aire. Para mí ccntinuaban flotando, porque no había modo alguno de recomponer la flor que yo creía estar salvando.

En ese desorden he vivido hasta que volví a encontrarte. Ha sido ahora cuando el aire que se llevó los pétalos se ha detenido. Ya nada sopla para descomponer la vida. El viento es sólo algo más de lo mucho que nos une.




kuko-