domingo, 28 de marzo de 2010

Confusión

Ilustración: Accidente (Alfonso Ponce de León)

Escuchando: Desperado (Eagles)



En mi memoria:

“Yo no sé dónde llamar
para buscarme en la mar,

para encontrarme en el viento.


No sé el lugar de la tarde,
ni si el fuego yela o arde,
Ni qué nombre era veneno.


Si aquel volcán es mi ocaso,

si esta ribera que paso

tiene enfrente mi deseo.

Si lo amarillo es mi rosa,

si una estrella es la gloriosa
lumbrera de mi desvelo.


Si vivir era, es así...

Por el tiempo me perdí

y mi espacio es el desierto.”


(J. Ramon Jiménez)



Me llegó tu mensaje diciéndome que no habías sentido nada desde entonces. Sólo eso me animó a escribirte, y comprobar que en el fondo nunca llegué a matar el nervio que controlaba el dolor de tu ausencia.

Han pasado varias semanas y sigo sin tener noticias tuyas. Supongo que esperaba algo que tú nunca me dijiste que iba a producirse. No has sentido nada desde entonces y puede que no sientas ya nada ahora. Algo muy sencillo de explicar, pero que yo no había comprendido. Sabes que no soy nada brillante para estas cosas.

Y, aunque la respuesta ya parece evidente, todavía esperaré tus noticias durante unas semanas más. No está en mi condición poder evitarlo.

Los días siguen pasando sin darme tregua. El calendario me dice que ya es primavera, pero no puedo escuchar el canto de las aves.

Hemos llegado a la hora en que todo está en silencio.

Todo en silencio.

Todo.




kuko-

domingo, 14 de marzo de 2010

Tenue


Ilustración: Girasoles (Yue Minjun)

Escuchando: Why worry (Dire Straits)



En mi memoria:

“Así fueron marchando los días, fluyendo del tiempo puntuales, monótonos, sin un fallo. Y yo seguía esperando sin tener una conciencia clara de qué era lo que esperaba. Tal vez mi retorno a un equilibrio interior, tal vez algo grande, tremendo, inesperado, algo indeterminado, deseable por su misma imprecisión. En el fondo tenía esperanzas de sanar por dentro; de que el tiempo y la naturaleza fuesen debilitando las profundas roderas que en mi ánimo imprimiese el carro de la muerte; de poder decir algún día «he sido un loco» y reírme hasta desmayarme de mi locura...”

(Miguel Delibes. La sombra del ciprés es alargada)





Nada más salir del sueño, he abierto los ojos y te he visto sonriendo ante el espejo de la habitación con mi camisa puesta. Tus manos perdidas en las mangas y tu pelo todavía desordenado.

He permanecido unos segundos en silencio, contemplándote y conteniendo la risa, hasta que te has vuelto para que supiera que sabías que ya estaba despierto.

- No te levantes hoy, que yo te sustituyo en el trabajo.Será nuestro secreto, nadie se dará cuenta.

- No sé, creo que lo notarán... Al menos, ponte los pantalones.

Me sonries y te abalanzas sobre mí, amenazante.

- No vas a irte. Te dejaré encerrado aquí hasta que vuelva.

- Ponte el sujetador y recógete el pelo un poco, yo lo llevo más corto.

Desapareces de la habitación y puedo seguir el sonido de las risas que te acompañan hasta el baño.

Mientras tanto, todavía se adivina el calor tenue que ha dejado tu cuerpo en la cama. No se ha roto el difícil equilibrio del cristal que nos sostiene.




kuko-

sábado, 6 de marzo de 2010

Olvido


Ilustración: Calle de París en un día de lluvia (Gustave Caillebotte)

Escuchando: Breath me (Sia)



En mi memoria:

“Las horas que paso contigo
son como un jardín perfumado,
un tenue crepúsculo y una fuente cantarina...
tú y sólo tú logras que me sienta vivir...
Otros hombres dicen que han visto ángeles,
mas yo te vi y me basta.“


(George Moore)



Hubo inviernos mejores, con cálidos días que comenzaban con un beso de despedida y sus horas intermedias que se quebraban durante un instante con un salvavidas en forma de llamada. Un “te echo de menos”, contando las horas hasta que llegaran los segundos en que recuperarías ese primer beso.

Ahora los días se apagan de modo enfermizo, casi agónico. Un silencio doloroso que se rompe con el sonido de un teclado que me recuerda constantemente que estoy solo en esta habitación y en esta casa tan grande para alguien que, a veces, se siente tan pequeño.

Y yo sé que lo sensato sería olvidar que tuve todo eso. Incluso puede que en el fondo tenga capacidad para hacerlo si me lo propongo, pero ya hace tiempo que me invade la certeza de que, salvo en estos momentos en que divago como un estúpido, ya no volveré a abrazarte, y se hace duro decidir así tu propia muerte bañada de olvido.




kuko-