viernes, 20 de febrero de 2009

Pasado


Ilustración: And Bells on Her Toes (Andrew Wyeth)

Escuchando: Closer (Joshua Radin)





En mi memoria:


"Soñé la muerte y era muy sencillo;
una hebra de seda me envolvía,
y a cada beso tuyo,
con una vuelta menos me ceñía
y cada beso tuyo
era un día;
y el tiempo que mediaba entre dos besos
una noche. La muerte era muy sencilla.
Y poco a poco fue desenvolviéndose
la hebra fatal. Ya no la retenía
sino por solo un cabo entre los dedos...
Cuando de pronto te pusiste fría
y ya no me besaste...
y solté el cabo, y se me fue la vida. "


(Leopoldo Lugones)



Seguía sin mirarme a los ojos. Hablaba atropelladamente, como quien desea sólo que su muerte sea rápida.

- En ese momento pensé que me convenía más estar con él. Con él tendría la vida resuelta. En cambio, lo tuyo era un viaje a lo desconocido que entonces me aterraba.

Y seguía hablando, mirando su vaso, mientras yo la miraba sin articular palabra.

- Pienso que te debía una explicación... No sabes cuánto me dolió dejarte justo en ese momento y ver reflejado en tu cara que no comprendías lo que estaba pasando.

Pensaba que a alguien podría parecer cierto, incluso triste, todo lo que me estaba diciendo.

- Creo que decirte todo esto me servirá para encontrarme mejor, para quitarme un peso de encima que tengo desde hace años.

Me empezaba a doler el estómago como si me hubiera tragado un erizo salido de un volcán.

- O sea, que lo haces por ti - le dije, consciente de que le dolería que descubriese el engaño.

- Y también por ti...

Siguió un largo silencio. El erizo del estómago se movía, sin encontrar acomodo.

- Es tarde. Me voy ya a casa - le dije, no esperando respuesta.

- Espero que no te haya sentado mal lo que te he dicho.

¿Quería saber la verdad? Pues, adelante, dejaría salir al erizo...

- No, me confirma lo que pensé en su día. Que eres una hija de puta.

Conseguí por fin que mirase mis ojos, aunque sólo fuera un instante. Se levantó, cogió su abrigo y se fue. Al salir, casi tropieza con una silla.

Lo curioso es que ya no me dolía el estómago. Hasta me sentía en condiciones de terminarme el whisky que había pedido antes de que el hielo desapareciera del vaso como ella de su silla.




kuko

viernes, 6 de febrero de 2009

Hielo


Ilustración: La lectura (Fernand Léger)


Escuchando: Nothingman (Pearl Jam)





En mi memoria:

“A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.

Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

Me ha enamorado Adela, me ha enamorado Marta,
y, alternativamente, Susanita y Carmen,
y, alternativamente, soy feliz y lloro.

No soy muy inteligente, como se comprende,
pero me complace saberme uno de tantos
y en ser vulgarcillo hallo cierto descanso.”


(Gabriel Celaya)




Cerca del estanque hay un banco en el que te sientas entre dos árboles y una nube sin que el aire frío pueda tocarte. A lo lejos se escucha el monótono sonido del agua contra la piedra y, alguna vez, el ridículo canto de un pájaro de esos negros con el pico naranja, de los que nunca recuerdo el nombre.

Sentado allí, con mis gafas de sol puestas para no mostrar mis miserias, he comprendido que se van los días y ya no vuelven. El pasado ya no existe y el presente, más allá de este letargo, es un copo de nieve que hace rato que está cayendo.

De repente, me doy cuenta de que ya ha anochecido y me levanto para regresar a casa.

Por el camino, y pese a mi voluntad, recuerdo que una vez estuve realmente vivo más allá del banco del parque. Por tener, tenía hasta la ternura de unos brazos que rodeaban mi cuello, mientras me mecía el mismo tiempo que hoy me atormenta.

Ahora no hay desamor ni ira para escuchar, pero tampoco risas.

Sólo hay hielo.





kuko