domingo, 22 de noviembre de 2009

Imposible


Ilustración: Cabeza de J.Y.M. (Frank Auerbach)

Escuchando: Se me olvidó que te olvidé (El Cigala & Bebo Valdés)



En mi memoria:

Gasté una hora pensando un verso
que la pluma no quiere escribir.
No obstante, él está aquí dentro
inquieto, vivo.
El está aquí dentro
y no quiere salir.
Pero la poesía de este momento
inunda mi vida entera.”


(Carlos Drummond de Andrade)





Es cierto que lo nuestro terminó hace meses ya de manera irreversible.

Imposible, nos dijimos. No hay esperanza alguna de retorno...

Imposible, sí, imposible.

Pero hay momentos en que estoy convencido de que los ríos dejan de discurrir y los mares no tienen olas. Incluso las llamas del fuego se detienen, aunque no estamos lo suficientemente atentos para verlo.

Imposible. También a ti te escuché decirlo.

Estoy aquí, sentado, con los codos sobre mis rodillas y la cara entre mis manos.

Y permanezco horas así, sin levantarme, aunque hace rato que el nudo en la garganta me ahoga de sed y, además, los latidos azules de la cortina indican que me he dejado la ventana abierta.

Imposible... Nunca he sabido bien lo que significa esa palabra.

Hace frío. Me levantaré y cerraré la ventana.

Después escribiré algo, a ver si se me pasa.




kuko-

sábado, 14 de noviembre de 2009

Figuras


Ilustración: El soldado bebe (Marc Chagall)

Escuchando: I am a rock (Simon & Garfunkel)



En mi memoria:

“Soy una roca,
soy una isla.
Tengo mis libros
y mi poesía para protegerme.
Estoy escudado en mi armadura,
oculto en mi habitación, seguro dentro de mi útero.
No toco a nadie y nadie me toca.

Soy una roca,
soy una isla.
Y una roca no siente dolor.
Y una isla nunca llora”


(De la canción anterior)



Hay una mujer sentada al otro lado del pasillo del tren. Su mirada está perdida en ese mundo que llega fugazmente desde su espalda y se pierde en el horizonte. Un pequeño perro se asoma de vez en cuando de su bolso, me mira aburrido y vuelve a apoyar la cabeza en su falda.

Más allá hay otra señora de ojos oscuros y tez pálida. Su aspecto es descuidado, como quien ha abandonado la vida antes de que ella le deje de lado. De repente, parece que sus ojos se apartan de la película y que me está escrutando como yo lo hacía con ella un momento antes. Se han cruzado nuestras miradas por primera y última vez.

También hay un niño que juega con una consola, al tiempo que agita las piernas y molesta al pasajero de delante, un jubilado que intenta leer el diario con un aspecto tan gris como la gabardina que lleva porque, inexplicablemente, no se la ha quitado a pesar de la calefacción agobiante.

Y, a este lado del pasillo, estoy yo viajando solo. Vengo de donde no quería ir y vuelvo donde me pertenece estar. Llevo los auriculares puestos, pero hace rato que he bajado por completo el volumen e intento escuchar mi propio latido.



kuko-

viernes, 6 de noviembre de 2009

Sin sorpresas


Ilustración: Vaca amarilla (Franz Marc)

Escuchando: No surprises (Radiohead)



En mi memoria:

“Un corazón lleno como un vertedero,
un trabajo que mata lentamente,
contusiones que no se curan.
Te ves tan cansado e infeliz...
Derroquemos al Gobierno.
Ellos no, no hablan por nosotros.
Elijo una vida tranquila,
un apretón de manos de monóxido de carbono.
Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas,
Sin alarmas y sin sorpresas,
Silencioso silencio.”


(De la canción anterior)




Al anochecer antes, parece que uno tiene tiempo para pensar en todo.

Hace un rato lo estaba haciendo, con el ejercicio agotador que supone no alimentar la nostalgia al tiempo que no olvidas las cicatrices del tiempo. Vendrán más golpes, pero que no rocen las heridas que ya tenemos.

Mientras en la calle se empieza a notar el frío y el viento arranca las primeras hojas a fuerza de patear los árboles, estaba pensando en que la mayor parte de la vida nos transcurre poniendo la cara para recibir el golpe o escondiéndonos para que no nos vean.

No he llegado del todo a despegar del suelo con estas tonterías, cuando observo debajo mismo de mi ventana a varias personas que se pelean por los yogures caducados y la fruta podrida que los empleados del supermercado depositan en el contenedor.

La vida es un cuadro que se forja con brochazos deslavazados, pero el color carmín muchas veces no es más que nuestra propia sangre.

Somos los insensatos que pensamos que podemos elegir y, sin embargo, cumplimos al dictado todo lo que nos han ordenado.



kuko-