viernes, 30 de abril de 2010

Tormentas


Ilustración: El abrazo (Egon Schiele)

Escuchando: Stormy weather (Etta James)



En mi memoria:

“No sé por que razón
no aparece el sol allá en el cielo.
Tiempo tormentoso
desde que mi chica y yo
no estamos juntos

sigue lloviendo todo el tiempo.

La vida es desoladora,
melancolía y penas por todas partes.
Tiempo tormentoso,
no logro recobrar la calma
dentro de mi mismo.

Estoy aburrido todo el tiempo,
el tiempo...
tan aburrido todo el tiempo”


(De la canción anterior)





Ayer me quedé de una pieza cuando me pediste opinión sobre si el alma transciende. Lo lógico hubiera sido que el agnóstico preguntara al católico practicante y no al revés, así que comprendí que pasaba algo grave, por la pregunta y por el tono en que la formulabas.

La vida es tan injusta que las convicciones se apagan cuando más las necesitas. Ahora eres consciente de que no dispones de mucho tiempo y, como un budista, empiezas a prepararte para la muerte. Por eso, me sentí como un imbécil mientras me escuchabas sabiendo que te estaba mintiendo y, al depedirnos, acabé tan agotado que dejé de ser yo por unas horas y me dejé ir hasta el momento de acostarme.

Llegada la hora de pasar la triste noche en mi triste cama he conectado la radio para intentar salir de ese pozo de malos augurios. Ni fuerzas para leer tenía. Se escucha la voz de un alpinista que cuenta con detalle cómo su compañero de expedición ha muerto solo y sepultado por la nieve en las faldas del Annapurna esperando una ayuda que no llegó a tiempo.

Y entonces ya me he dedicado a contar las horas: una, dos, tres, cuatro... y así, hasta el momento de volver al trabajo nuestro de cada día.



kuko-

viernes, 23 de abril de 2010

Cambios


Ilustración: Niña durmiendo (Angeles Santos Torroella)

Escuchando: Protection (Massive Attack)



En mi memoria:

“Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,

sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.

Los que allá fueron nada encontraron,

ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,

ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,

algo que era una flor o un mirlo de oro

o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mi,

echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.

Y ahora mi oficio es soñar, y no se

si soy yo quien sueño, o es que por mi sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.”


(Alvaro Cunqueiro)





Tras lo sucedido, nunca volvieron a estar cómodos en el mismo espacio.

Al principio parecían siameses. No perdían ocasión de eliminar el aire que les separaba. Sus manos se buscaban, los ojos de uno nunca perdían de vista los del otro.

De una semana a otra cambió todo. Nunca supe el motivo.

Lo cierto es que las sonrisas y el cariño cayeron asesinados en un mal sueño y, entonces, un torrente de desprecio salió despedido como de una cañería rota, formando un gran embalse en el que se ahogaba todo indicio de vida.

Hace ya mucho que la presencia de uno te hacía intuir la del otro, pero hasta ayer mismo se evitaban de forma obsesiva.

Hoy he coincidido en un restaurante con ellos casualmente. Estaban juntos, sin separar sus miradas ni sus manos. Parecía que les sobraba el aire que forzosamente les separaba apenas unos centímetros. Serán imaginaciones mías, pero se diría que había más luz en esa mesa.

Creo que no me han visto. En realidad, creo que no han visto a nadie.

Catorce años después, la vida hoy parece haberse vuelto más amable, tanto que hubiera sido un sacrilegio romper ese momento con un vulgar saludo.



kuko-

jueves, 8 de abril de 2010

Geografía


Ilustración: Youthi (Yoshitomo Nara)

Escuchando: De alguna manera (Luis E. Aute)


En mi memoria:


“¡Oh tú, mi triste y solitaria almohada!,
tráeme dulces sueños para preservar mi corazón del quebranto,
a
cambio de las lágrimas que sobre tí derramé despierto;
no me dejes morir hasta que vuelva sobre esas olas.”


(Lord Byron)





Observando tu geografía he aprendido que un corazón helado puede bombear sangre en forma de lava. He ubicado el lugar donde nacen esas lágrimas y el tortuoso camino que recorren antes de desembocar en tu boca.

Sé lo que significan unas manos que intentan en vano mecer el viento como si fuera un cachorro herido que no encuentra consuelo. Todavía yo imito el gesto de forma instintiva y me siento ridículo cuando pienso que alguien me puede observar desde una sombra.

Tienes razón en que no soy maestro de nada, pero soy licenciado en esfuerzos. Un aprendiz de escultor del aire. Puede que haya acumulado méritos para otra vida, nunca para ésta. Aquí no me sirven ni para pagar penitencias.

Definitivamente no eres tan distinta a mí. Nos unen más cosas de las que nos separan. Yo también vivo encadenado a ese molino que quebranta las esperanzas.



kuko-