domingo, 21 de diciembre de 2008

Navidad


Ilustración: Árbol de Navidad del Rockefeller Center (N.Y.)

Escuchando: Merry Christmas -The war is over (John Lennon)




En mi memoria:

“Por el cinco de enero,
cada enero ponía

mi calzado cabrero

a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,

siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto,
hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salía.
Y hacia el seis,
mis miradas
hallaban
en sus puertas

mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas. “


(Las abarcas desiertas. Miguel Hernández)


Hay muchas Navidades desde la del Rockefeller Center a la de las abarcas desiertas.
Yo os deseo la mejor a todos.


kuko

domingo, 14 de diciembre de 2008

Recuerdos


Ilustración: Retrato de joven desnuda (Viktor Alexandrovich Lyapkalo)

Escuchando: I´m yours (Jason Mraz)




En mi memoria:

“Yo he visto su cara en otra parte le dije
cuando entró en el Café Berlioz.
Soy de otra dimensión contestó sonriendo
y avanzó hacia el fondo del salón
.
Ella finge escribir en su mesa de mármol
pero me observa de reojo.
Desde mi mesa veo su cuello desnudo
.
Como un aerolito cruzó mi mente

el rostro de Muriel mi amante muerta.
Usted es zurda le dije acercándome.
Hacemos la pareja perfecta.
Tomé su lápiz y escribí «te amo»
con mi mano derecha en la servilleta.
Rey del lugar común respondió sin mirarme
mientras le echaba azúcar al té “.


(Óscar Hahn – Fragmento de “Una noche en el Café Berlioz “)




Era importante porque se sentaba en un banco de la plaza a vender recuerdos y la gente los compraba con la esperanza de poder tener algún día aunque fuera uno propio.

Se sentaban frente a él en una mesa y le preguntaban: “¿Tienes algún recuerdo bueno para mí?”. Y él se les quedaba absorto mirando, luego dirigía su mirada a su cielo que estaba siempre limpio de nubes, como algunos días de gran viento.

Sin tardar, les conseguía esa parte de su vida que les faltaba, que alguien o algo les arrancó en su día. Era así como de repente volvieran los colores y la calle se llenaba otra vez de niños jugando.

Un día, el vendedor de recuerdos dejó de aparecer por la plaza del mismo modo que otro día más o menos lejano había llegado, aunque nadie recordaba tampoco cuando había sido.

Daba igual, porque en muy poco tiempo se disiparía su recuerdo pues nadie le sustituiría en aquel banco del parque.


kuko

domingo, 30 de noviembre de 2008

Somos tiempo


Ilustración: Autumn leaves (Georgia O´Keeffe)

Escuchando: Orange sky (Alexi Murdoch)




En mi memoria:

“Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,

miro nuestras sombras movidas por las llamas.

Esta es la misma estación que descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por las llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.

Esta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.


Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos.

—Yo llenaba esas manos de cerezas,
esas
manos llenaban mi vaso de vino—.
Ella mira el fuego que envejece.”


(Jorge Teillier)





Hablas del mañana. De que saldrá el sol, de que no se verá una nube y de que, poco a poco, se disipará este frío.

Sabes bien que algo me ocurre, y me hablas del tiempo porque preferirías sacarme de ese estado para que no se apodere de mí el pesimismo. Te aterras viéndome asustado. En estos días surgen los cánceres imaginarios y otros monstruos que nos corroen cada vez menos.

Y no sabes que en los días así, todo -hasta el mismo tiempo- me conduce a este sitio del que debo salir sin ayuda.

Nos conformamos con intentar ser felices soñando con este final simétrico. Tienes razón: mañana, puede que pasado, será un buen día. Sí, la experiencia nos dice eso.

Mientras tanto, al igual que se desnudan los árboles, debemos desprendernos de viejas hojas. Por eso me preocupa intentar que la sonrisa no nos pese. Por eso ensayo a diario la mueca, para no perder la costumbre.

No espero que me entiendas, pero necesito contártelo.

Querías saber por qué estaba tan frío como esta tarde. Creo que la respuesta es que todos somos tiempo.



kuko

domingo, 16 de noviembre de 2008

Noviembre


Ilustración: La jugadora de ajedrez (James Cathcart)

Escuchando: I love the rain (Lenny Kravitz)




En mi memoria:

"Un puerto es morada agradable para un alma fatigada de las luchas de la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura móvil de las nubes, el colorido cambiante del mar, el centelleo de los faros, son un prisma adecuado y sorprendente para distraer los ojos sin agotarlos jamás. Las formas esbeltas de los navíos de aparejo complicado, a los que la marejada imprime oscilaciones armoniosas, sirven para conservar en el alma el gusto del ritmo y de la belleza. Y además, sobre todo, hay una suerte de placer misterioso y aristocrático para el que ya no tiene curiosidad ni ambición, en admirar, tumbado en la azotea o apoyado de codos en el muelle, todos los movimientos de los que se van y de los que regresan, de los que poseen aún fuerza para querer, deseo de viajar o de enriquecerse. "

(Charles Baudelaire)



Dicen que noviembre es un mes de eso: de contactos con el más allá, si existe, y de melancolía encendida, que es la más apagada de todas.

Para mí es tiempo de pasear por los parques y pisar las hojas secas. Es tiempo de contraste de colores y de lanzar la pelota al perro pensando en él para que él, pensando a su vez en ti, te la devuelva. Es tiempo de aves que han decidido quedarse a pasar el invierno,para demostrarnos que ellas son libres de elegir. De todo eso y de leer, de escuchar música; tiempo de pensar en lo que somos y en lo que queremos ser.

Es, en definitiva, el momento de tomar un café asomado a mi ventana. A esa con vistas al parque donde suceden las cosas que son realmente importantes. Como en el puerto de Baudelaire.

Noviembre no es un mes triste, ni mucho menos.

¡A veces hasta llueve y todo!




kuko

sábado, 8 de noviembre de 2008

Niebla


Ilustración: Adan y Eva (Tamara de Lempicka)

Escuchando: When she believes (Ben Harper)





En mi memoria:

“De tanto amarte y tanto no quererte
te has cansado de mí y de mis locuras
y le has prendido fuego a nuestra historia.
Tu ropa no perfuma ya la casa.
No queda una palabra de cariño
suspendida en el aire, ni una hebra
de azabache en la almohada. Sólo flores
secas entre las páginas del libro
de nuestro amor, y cálices de angustia,
y un delirio de sombras en la calle.”

(Luis Alberto de Cuenca)




Al salir de aquel teatro nos dimos de bruces con una noche fría y húmeda de las que calan los huesos de los seres que todavía sois vertebrados.

Recuerdo que te llevaba cogida de la mano porque tenía miedo a perderte en la densa niebla. En realidad, era una niebla tan espesa que me inundaron miedos que creía alejados de mí para siempre.

- Me aterra pensar que apenas vemos donde pisamos – me dijiste con voz temblorosa.

- En días como hoy es fácil pisar una cagada de hombre-lobo – te contesté, haciéndote sentir la falsa firmeza de mi mano.

Y fue entonces cuando volví a ver la Magia. En unos segundos, habías despejado la densa bruma con tu risa y pude comprobar que la Luna nos había hecho capaces de hacer sombra.


kuko

jueves, 30 de octubre de 2008

Calma


Ilustración: La ventana del pintor (Juan Gris)

Escuchando: In the deep (Bird York)



En mi memoria:

“Ahora el hielo aprisiona nuestro río, con su blancura cubre la nieve nuestra isla, y junto a la lumbre invernal Joan y Darby dormitan y sueñan. Sin embargo, en el sueño, fluye el río y la barca del amor aún se desliza...Escucha el sonido del remo al cortar sus aguas. Y en las tardes de invierno cuando la fantasía sueña en el crepitar de la chimenea, en sus oídos de viejos enamorados el río de su amor canta en los juncos. Oh amor mío, ama el pasado, pues en algún día fuimos felices y algún día nos amamos. "

(Algún día nos amamos - Robert Louis Stevenson)




Está bien. Tal vez. Puede -y digo sólo que puede- que, a lo mejor, me deje llevar.

Es posible, no podría asegurarlo, que cambiemos lejanía por proximidad, asperezas por ternura, sombra por luz.

No sé si seré capaz, pero intentaré morir para ser resucitado, para que tú me resucites.

Dale sentido a estas palabras, hazme creer que escucharás mi tenue voz ahogada en la tierra en medio de esta tormenta.

Hazlo, aunque ya no importe. Hazlo, porque pasó el tiempo de decidir que hay que tomar decisiones.

Haz tú esa parte y yo haré la mía.

Esperaré aguardando el momento de dejarme ir por ese camino estrecho. Y ya no me pregunto siquiera por lo que pasará si al final alzo la voz para confesarte un propósito que te resulte extraño por indecente.

Porque temo que eso pase, e ignoro si al final cambiará algo o si me será útil haberlo soñado todo con la nitidez que tiene un día de sol que emerge tras la lluvia.



kuko

domingo, 5 de octubre de 2008

Apariencias


Ilustración: Hombre en la taberna (Rafael Barradas)

Escuchando: Ilusión (Julieta Venegas y Marisa Monte)





En mi memoria:

“Una vez yo tuve una ilusión
y no supe qué hacer
con ella.
Y ella se fue…

¿Por qué la dejé?
¿Por qué la dejë?
No sé.
Solo sé que se me fue.

Mi corazón, desde entonces,
la llora a diario
en la puerta…”

(De la canción anterior)





Sabía ponerse triste tan bien que hasta engañaba a su propio perro.

Se sentaba en el sofá e inclinaba la cabeza así, hacia a un lado, sin cerrar los ojos, como mirando a un punto fijo del horizonte.

Su perro se acercaba y le lamía una mano, gimoteando.

La escena me resultaba fascinante siempre. Nunca ví un perro tan enamorado.

- “Podrías engañar a cualquiera con eso”

- “También a ti, si no te lo hubiera dicho”

Pero lo único cierto es que la tristeza se había instalado en esa habítación y que los engañados éramos todos menos el perro.




kuko

jueves, 2 de octubre de 2008

Tofu



Ilustración: Thirteen laughing at each other – fragmento (Juan Muñoz)

Escuchando: I would anything for love (Meat Loaf)





En mi memoria:

“En la apariencia de los inicios otoñales todo parece igual, pero todo ha cambiado. Por la noche los cielos son más profundos, de un azul más profundo, como si los hubieran deshollinado. Las noches se enfrían y el aire se vuelve fino. El cambio se nota sobre todo cuando un buen día siente uno que se ha resfriado. Los resfriados de otoño son desagradables, porque es difícil saber su causa. Se siente uno resfriado y descubre entonces que ha llegado la hora de cerrar las puertas, de encender algo de fuego, de buscar un rincón amable, recogido.”

(Equinoccio de otoño – Josep Pla)




Después de recibirme con un beso sucio, me invitaste a pasar a tu salón, donde el primer plato ya se encontraba servido aunque yo llegué diez minutos antes de la hora prevista.

- “¿Qué co….. , digooooo, qué es esto?”

- “Nituke de cebolla y zanahorias con tofu”

Hubiera podido, fácilmente, subir el tono de la conversación diciéndole que me asqueaba el tofu, pero me contuve pensando en aquel beso. Estaba ahí, tan reciente…

Mi ansiedad fue en aumento cuando contemplé que en el centro de la mesa, a modo de gran florero, yacía un enorme cuenco con una ensalada.

Tome una nota mental: “Nunca, nunca volver a quedar con una vegetariana en su casa”.

“Aunque bese sucio” – añadí- y me prometí pasar esa nota a un post-it y colocarla en un sitio muy visible.

Y ahora la estoy viendo ahí, encima de la pantalla, amenazando con caerse como si fuera un mito.




kuko

jueves, 11 de septiembre de 2008

Preguntas


Ilustración: El taller (Guillermo Pérez Villalta)

Escuchando: Black Velvet (Alannah Myles)



En mi memoria:


“Una desapacible noche de noviembre contemplé es final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento compulsivo sacudió su cuerpo.”

(Frankenstein o el moderno Prometeo - Mary Shelley)



Después de muchos años habíamos vuelto a compartir la misma cama. No me sentía orgulloso de ello, de hecho no podía dormirme pensando que acababa de cometer un grave error.

Por lo visto, ella tampoco podía conciliar el sueño. Me preguntó si dormía, y tuve que reconocer que no.

Fue entonces cuando comenzó a preguntarme atropelladamente si creía que podría hacerle sentir que no importaba lo que sucediera mañana, si la convencería de que no hay pecado, si le daría las coordenadas de aquel cruce en el que equivocó su camino, si le haría digna de respeto, aunque fuera de su propìo respeto, si conseguiría hacerla reir como si nunca le hubieran rasgado, si grabaría a fuego en su piel una marca que le recordara que ya habíamos cumplido condena… Yo apenas comprendía lo que me estaba preguntando. Ni siquiera entendía por qué me lo preguntaba a mí.

Al final, casi sollozando, me pidió que la abrazara y le repitiera al oído que nadie podría hacernos daño.

Y la abracé y se lo dije al menos tres veces como quien pide un deseo al apagar las velas de una tarta de cumpleaños.

Al poco tiempo escuché como suspiraba profundamente. Sin duda, ella sí había conseguido dormirse.



kuko

viernes, 22 de agosto de 2008

Recuerdos


Ilustración: Jóvenes y un pescador (Alfonso Ponce de León)

Escuchando: On saturday afternoons in 1963 (Rickie Lee Jones)



En mi memoria:
“En la vida has ido conociendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esa idea te deprime y entonces es cuando buscas apresuradamente un remedio para poder arrastrar con dignidad el futuro. Ahora no tendré a nadie a mano cuando me asalte el miedo.”

(Mujer de rojo sobre fondo gris - Miguel Delibes)




Durante estos días, y sin propósito previo, me vi paseando por la calle que me acogió en mi primer año de Universidad.

Aunque parezca mentira, casi todo estaba en su sitio. Desde el bar donde nos desintoxicábamos del estudio hasta los billares en donde nos jugábamos la merienda en los futbolines contra algún incauto pasajero del buque con destino a Orán.

Para mí era entonces una ciudad que pasaba de ser tíbia y húmeda a seca y fría en sólo un minuto. Ahora ya no le guardo tanto rencor.

Me recuerdo con los pesados libros casi siempre bajo el brazo, y los dedos doloridos de tomar apuntes. Ahora recreo aquellas fechas como un larguísimo otoño, y me viene a la mente el olor de los mejillones al vapor recién traídos de la lonja y aquella cerveza tan fría.

Han pasado ya muchos años, muchos. Seguramente no soy como entonces pensaba que sería. Lo digo con la misma certeza con la que adivino que, si algún día llego a jubilarme, las cosas no serán como imagino ahora.

Pero, al fin y al cabo, el viaje no está siendo malo. Tocaremos madera.




kuko

lunes, 28 de julio de 2008

Un doblón de oro


Ilustración: Pájaros rojos (Max Ernst)

Escuchando: Have a little faith in me (John Hiatt)




En mi memoria:

“En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo siente...
¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!”

(Juan Ramón Jiménez)




Pronto estas noches de estío cambiarán su agitación por el lento devenir de las fases de la Luna. Mientras tanto, aquí en la Tierra, todas las vías del tren se convertirán en pentagramas.

En lo que a mí se refiere, quedarán lejos los papeles desordenados de mi mesa y el grillo del teléfono, que decía Valle Inclán. Tanta gloria lleven como descanso dejan. Amen.

En lo que dura un parpadeo, este mundo lineal y homogéneo se transformará en otro con claros protagonistas: la arena y el mar, que serán mis necesitados besos que llegan desde lejos.

Sigo sin perder la esperanza de encontrar un doblón de oro procedente de un naufragio. Son varios decenios persiguiendo uno, ¿quién dice que éste no va a ser mi año?


kuko

martes, 1 de julio de 2008

Crepúsculo



Ilustración: Crepuscular (Eduardo Úrculo)

Escuchando: A whiter shade of pale (Procol Harum)



En mi memoria:
“Y esto fue lo que ocurrió
Mientras el molinero contaba su cuento

el rostro de ella se transformó al principio en fantasmal

y luego se volvió más blanca que palida”

(De la canción anterior)




Me tranquilicé pensando que la anterior vez ya pensaba que sería la última que escuchaba un veredicto de amor eterno. Al decirme que, a pesar de todo, me iba a seguir amando, se rompieron todas las promesas previas y cayeron al suelo diluyéndose como sal en el agua. Era mágico poder pensar que ella intuía que nada había existido antes y que todo era el preludio de este estado, como si todos los caminos confluyeran en uno, como si nada tuviera sentido antes de ese momento, como si encajase la última pieza de un inalcanzable puzzle, como si todo el Universo hubiera nacido para alcanzar ese instante preciso.

Sonaba tan falso como necesario para el buen orden de las cosas. Ella necesitaba pensar que aún era capaz de amar como hace años, y yo que podía despertar amor a pesar de todo. Los dos nos engañábamos y los dos podíamos sentir que nos encontrábamos ante esa rama a la que asirte por un instante. Suficiente reposo cuando llevas años en caída libre. Engañoso descanso que alivia como una sedación.



kuko

sábado, 7 de junio de 2008

Desvalido



Ilustración: El sueño (Henri Rousseau)


Escuchando: If you love me (BB King & Van Morrison)




En mi memoria:


"La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul
que diríanse dos hermanas terribles a la par que fecundas,
con el mismo secreto, con idéntico enigma.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos,
trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas,
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
el abismo divino aparece en tus ojos,

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y yo siento la sima estrellada en el alma;
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,
tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo. "

(La belleza y la muerte – Victor Hugo)





Nos separaba todo lo razonable y tan sólo nos unía lo imposible.
Por eso no podía ser y no ha sido.

Ahora es tiempo de balances:

Nunca me esperarás en la cueva para oir noticias de mis estúpidas cacerías.
Nunca se juntarán nuestros labios, nunca tendrá lugar ese instante.

Puede que sea contraria a las leyes de la Naturaleza la felicidad absoluta.
Puede, no sé, que el guardían del mundo sea alguien muy celoso.

Y hoy, otra vez, pareceré desvalido.
Hasta puede que lo sea en este instante.

Pero renaceré mañana, antes de que hayas podido leer estas líneas.

Hasta para intentar comprender lo que siento ahora llegarás tarde.

;-)


kuko

domingo, 18 de mayo de 2008

Amaneceres


Ilustración: Desnudos en la playa (José de Togores)

Escuchando: Morning has broken (Cat Stevens)




En mi memoria:

“Cerré mi puerta al mundo;
se me perdió la carne por el sueño...
Me quedé, interno, mágico, invisible,
desnudo como un ciego.


Lleno hasta el mismo borde de los ojos,
me iluminé por dentro.
Trémulo, transparente,
me quedé sobre el viento,
igual que un vaso limpio
de agua pura,
como un ángel de vidrio
en un espejo. "

(Emilio Prados)






Indiferente a lo que pudieras pensar, me he levantado, me he vestido atropelladamente y he vuelto a mi refugio. Estabas despierta, pero de tu boca no ha escapado ni un reproche. Eso te hace más bella.

Más de una hora de camino, y yo estaba tan absorto pensando que no he visto la primavera en la calle.

Ya en mi castillo, penetra la luz del día acabado de nacer por la ventana, cruza la habitación e intenta desaparecer en el misterio de un espejo. Mientras tanto, rescato a girones mi vida más próxima en un lento y amargo viaje.

Me siento aquí a desahogarme en unas líneas y, de repente, no hay nada sobre lo que escribir. No necesito atenciones, no necesito auxilio.

Es fácil comprender que el espejo nunca devorará la luz que llega, no es esa su condición.

Estoy peor que sólo. Me acompañan los fantasmas de este castillo.

Puede que algún día descubra lo que pasa si vemos amanecer juntos.




kuko

domingo, 4 de mayo de 2008

Vida


Ilustración: Flores de México (Alfredo Ramos Martínez)


Escuchando: Golden brown (The Stranglers)




En mi memoria:

“Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido. Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura.”

(El árbol de la ciencia. Pío Baroja)




Había estado toda la noche esculpiendo dunas de arena blanca.

Una tras otra les confería su forma ondulante y sinuosa.

Al amanecer las dunas ya no estarían en su sitio.

Le sucedía lo mismo que le pasó antes con las olas. 

Sin embargo, esa noche volvería a intentarlo otra vez.

Y la siguiente.

Todo parecía muerto y en realidad estaba vivo.

Sí, sólo tenía sentido si volvía a intentarlo otra vez en cuanto se ocultase el sol al acabar ese día.

Y también al siguiente…





kuko

jueves, 24 de abril de 2008

Angustia


Ilustración: Adentro con mosquitos y polillas (Guo Wei)

Escuchando: Fool in the rain (Led Zeppelin)



En mi memoria:

“ella se sienta sobre mi corazón y la presión
provoca lágrimas
no de tristeza o de espanto
tampoco de alegría
entonces
¿por qué lloro
alrededor de la mañana feliz?”

(Juan Gelman)




Esta mañana estaba hablando con Antonio cuando he visto pasar a tu perro.

Estábamos allí, en la terraza del bar, charlando sobre la última cena –la nuestra de los amigos, no la de Leonardo-, y he visto pasar a tu perro correteando. Era él, sin duda. Le he reconocido por ese collar tan ridículo que le compraste. Ha sido visto y no visto, una meada en la esquina y giro para desaparecer.

Le he mirado sólo un instante, como digo, pero me ha dado tiempo a advertir que Lupo estaba sucio y descuidado. Sin poder evitarlo, me ha venido a la cabeza el tiempo que llevo sin saber nada de ti. No quería preocuparme, pero ahora ya no sabía si estás perdida o si necesitas ayuda. Y allí estaba yo, a sólo dos calles de tu casa.

Si no fuera por todo lo que ha pasado, me habría acercado a buscarte. Pero soy un cobarde y he seguido en mi silla, escuchando las estupideces de Antonio, sin dejar escapar un solo gesto de esta angustia que ha empezado a corroerme y ya no cesa.


kuko

viernes, 11 de abril de 2008

Memoria


Ilustración: Lavabo y espejo (Antonio López)



Escuchando: More than words (Extreme)



En mi memoria:


" Y mientras escribo en mi culpable agonía, frenético por salvar a la ciudad cuyo peligro aumenta a cada instante, y lucho en vano por liberarme de esta pesadilla en la que parece que estoy en una casa de piedra y de ladrillos, al sur de un siniestro pantano y un cementerio en lo alto de una loma, la Estrella Polar, perversa y monstruosa, mora desde la negra bóveda y parpadea horriblemente como un ojo insensato que pugna por transmitir algún mensaje; aunque no recuerda nada, salvo que un día tuvo un mensaje que transmitir.”

(Polaris – H.P. Lovecraft)





Es cierto que no tenía otra intención que examinar mejor el sello del sobre viejo que yacía en el suelo, junto al contenedor. Era una estampilla en la que aparecía el dictador de cuerpo entero, en un tono azul, puede que violeta.

Tampoco faltaría a la verdad si dijera que él no imaginaba que el sobre pudiera contener una carta que, por un impulso mecánico, comenzó a leer:

“Ana:

No temas porque no voy a escribirte más. Es mi última carta.

He sabido que ya no venías a verme porque vas a casarte. No te ocultaré que me sentí al principio muy dolido y, por eso, he tardado mucho en escribirte.

Tardé mucho en comprender que, aunque no me quisieras, el mundo iba a seguir girando y que yo tenía que estar dentro o este tiempo que he perdido aquí encerrado no habría servido para nada.

Te escribo para que sepas que no tengo nada que reprocharte, que comprendo que los años han pasado lentos también para ti, que estamos muy lejos de aquel destino que pensamos, que ya nunca podría ser lo mismo. Que yo, como tú, sólo quería ser un simple maestro de escuela antes de que estallara esta absurda guerra.

Y que te quiero. Que nunca dejaré de hacerlo.”

Se sintió como un mirón y, avergonzado, introdujo la carta en el contenedor, mirando hacia los lados con temor de que alguien le hubiera podido ver leerla. Ya no le interesaba si el sello tenía algún valor. Sólo se preguntaba si aquella carta tuvo alguna respuesta.




kuko

domingo, 6 de abril de 2008

Destino


Ilustración: El sombrero hace al hombre (Max Ernst)



Escuchando: Maybe tomorrow (Stereophonics)




En mi memoria:


"He estado triste y
me pregunto por qué
estas pequeñas nubes negras
siguen rondando
por aquí conmigo.
Ha sido una pérdida de tiempo,
prefiero estar alegre.
Creo que saldré a la calle
y compraré una sonrisa de arco iris.”

(De la canción anterior)





Me miraba extrañada mientras le decía que no debía confundir esta espera sosegada con tibieza. Que no era más que aceptación de lo que ineludiblemente llegará, porque algunos seres alcanzamos – no sabría decir exactamente el porqué- un convenio con Cronos y tenemos conciencia de todo lo que ha de ocurrir.

Sonreía mientras le explicaba que unos pocos podemos ver como el tiempo se desenrolla como una espiral desde el centro, transformándose en una hermosa caracola que, sin embargo, oculta en su concha la certeza de lo inevitable. Y que, algunas veces, observas pasar las escenas una por una, sabiendo que nuestro futuro de hoy podrá ser estudiado como pasado y, con ello, cumplirá con alguna ley racional que demuestra la teoría del destino.

Ella me observaba absorta, intentando dilucidar si lo que le estaba contando era cierto o, más bien, se trataba de un intento de llevármela a la cama.

Creo que por eso estamos ahora aquí, y su cabeza reposa apoyada en mi hombro. Ahora que ya se ha dormido, su respiración pausada me recuerda que ineludiblemente pasará todo lo que le dije, porque hasta esa noche estaba escrita de antemano.




kuko

viernes, 28 de marzo de 2008

La medida del amor


Ilustración: Cafe au lait (Camille Pissarro)



Escuchando: Louie Louie (The Kinks)



En mi memoria:


"No era el miedo a los abismos Galácticos lo que helaba su alma, sino una más profunda inquietud que brotaba desde el futuro aún por nacer. Pues él había dejado atrás las escalas del tiempo de su origen humano; ahora mientras contemplaba aquella banda de noche sin estrellas, conoció los primeros atisbos de la eternidad que ante él se abría.
Recordó luego que nunca estaría solo, y cesó lentamente su pánico. Se restauró en él la nítida percepción del Universo... aunque no, lo sabía, del todo por sus propios esfuerzos. Cuando necesitara guía en sus primeros y vacilantes pasos, allí estaría ella.”


(2001: una odisea espacial – Arthur C. Clarke)






Tras pasar una semana en un pueblo de Baviera, volvió a casa aletargado con la estupidez del amor que siente un hombre de mediana edad por una joven de cabellos rubios, generoso escote y sonrisa amplia con la que sólo había podido cruzar cuatro palabras en mal castellano. Y dos noches juntos, las dos últimas antes de volver a casa.


Sin dejar pasar siquiera una semana, y como le resultaba impersonal el correo electrónico, le escribió una primera carta de nueve folios a Frieda, que así se llamaba la joven. Le contaba que Baviera le había parecido preciosa y que le había encantado Munich, el lago Ammersee y, por encima de todo, estar con ella, cogidos de la mano después de cenar en el Boettner. Que la echaba de menos. Que la quería. Lo propio en estos casos, supongo.


Con mecanicidad germana, ella acusó recibo. Y así, Frieda le contestó con un golpe seco de postal rellena con letra bastante grande. Veintisiete letras en sólo seis palabras y la silueta de un corazón junto a la firma. Nada de relleno, sólo el perímetro de la víscera. Porque era una puta víscera y, además, mal dibujada.


Y pensó entonces que, en realidad, Baviera no le había gustado nada y Munich menos. Y que le habían clavado 130 euros por comer un jodido codillo de cerdo con col en el Boettner que, por si fuera poco, le había sentado como un tiro.


Además, se dijo, para ser sinceros, había que reconocer que la tía esa tenía el culo bastante gordo y su sonrisa era tan estúpida como su nombre.



kuko

lunes, 17 de marzo de 2008

Tu vientre


Ilustración: Fenómeno de ingravidez (Remedios Varó)



Escuchando: Nightswimming (REM)



En mi memoria:

Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.

Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo es postrero
polvo del mundo.

Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.


(Miguel Hernández)



Todo es confuso, fugaz, pasado, baldío, turbio, inseguro, postrero polvo del mundo…
Todo menos vientre, sí.

¿Y cuándo ya no sea siquiera tu vientre lo que me ata al mundo?
¿Qué pasará entonces?





kuko

martes, 11 de marzo de 2008

Las otras agresiones


Ilustración: Pirate – Untitle II - (Willem de Kooning)



Escuchando: Baker Street (Gerry Rafferty)



En mi memoria:

"Estoy en la cárcel por un delito que no cometí... ¡Intento de asesinato! ¿Y qué significa eso de intento? ¿Acaso conceden el Premio Nobel por el Intento de Química? "

(Actor Secundario Bob – Los Simpson)


Personalmente, nunca me cayó bien.

En cuanto a ella, al principio se limitaba a tratarla como una ladrona y daba igual que nunca hubiera usado una ganzúa para invadir un espacio, ni que nunca se hubiera disfrazado de nada o que no hubiera aprovechado la noche oscura.

Era imposible explicarle que nadie se acomoda en el salón de una vida si antes no se le abre la puerta de la casa. Y aunque así hubiera sido: ¿hizo tanto uso de ese derecho como para tener que pagar una renta vitalicia?

Nunca le pidió lo que era justo. En realidad, no se puede exigir que se admitan reclamaciones por mal uso de un producto. Y ella… ella nunca protestó porque él dejó de ser quien aparentó ser un día, el día que le invitó a sentarse en el salón de su vida.

Resulta que se trataba de un cuarto oscuro y tenebroso. Pero ella se limitó a abrir la puerta que se le ofreció un día y volvió a su casa. Luego, lo esperado: de las acusaciones pasó a las amenazas, hasta que ella desapareció sin decir nada, aunque todos lo sospechábamos.

Hoy me ha llamado y me ha dicho que es feliz. Su voz también lo decía. Me ha dicho que él intentó agredirle. He intentado explicarle que no lo intentó, que realmente lo hizo.




kuko

lunes, 25 de febrero de 2008

Silencio


Ilustración: Les Poseuses (Georges Seurat)



Escuchando: Into the mystic (Van Morrison)




En mi memoria:

Bebió el vaso, las pequeñas pastillas,
y esperó la llegada del sueño.
Con cierto miedo a su valor
—por vez primera había afirmado su existencia—,
tal vez curioso, con cansado gesto,
sintió el peso de sus párpados caer.
Horas después —una extraña sonrisa dibujaba sus labios
—se anunció a sí mismo, tercamente,
la única certidumbre que al fin había adquirido:
jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel.

(Juan Luis Panero)




Me reclamas que te acompañe para siempre porque una vez emergimos juntos del mismo beso. Porque, durante un tiempo, nos ayudamos mutuamente a pagar el alquiler de las horas. Porque creiste que en algún momento podríamos abrir la maleta e intercambiar nostalgias. Porque pensaste que en todos los mañanas se vería el sol. Yo no puedo saberlo.


Me entristece pensar que creías que sería feliz si me traías las zapatillas. Todas nuestras vidas de aprendizaje para llegar a este punto. Nuestra muerte y la muerte juntas, un poemario que habla del final de la vida. Tanto beso deseado y al final tanta angustia sabiendo que nos hemos mirado sin vernos.

Y ahora el silencio. Puede que mañana sea un día encantador de los que tú presagiabas. Yo estaré seguro de estar sólo, porque nadie me ha seguido hasta aquí. La soledad es perfecta cuando nada tiene razón de ser y también cuando sientes que algo alguna vez tuvo cualquier razón para estar vivo.




kuko

martes, 12 de febrero de 2008

Morrissey





No tengo un buen día. Antibióticos y fiebre. Si fuera trabajador por cuenta ajena, me pediría una baja. O si me lo pudiera permitir en estos momentos, que no puedo.

En estas, como decía Larra, andaba yo hace un rato embebido en mis pensamientos, que eran aquellos, sin prestar atención a nada ni nadie de lo que me rodeaba hasta que he llegado al portal de mi casa. En él, buscando las llaves, se encontraba mi vecino, el que me recuerda a Morrissey. Al del video, cuando era el vocalista de The Smiths.

Frente a él, una turba -palabra de moda- de niños púberes como él que le insultaban, aludiendo de la forma más obscena a una condición sexual que resulta más que evidente y que el pequeño Morrissey me da la impresión que no trata en absoluto de esconder.

Al verme llegar, se ha vuelto hacia mí y me ha deseado buenas noches, como siempre que nos cruzamos. En su rostro no había ni un sólo gesto extraño, ni un asomo de lágrima. En ese momento me ha dado por pensar en lo desordenadas que hemos aprendido muchas cosas, en esa educación tan absurda que nos llevó a identificar a un homosexual con un cobarde y en que me apetecía volver a ver a aquel Morrissey, el que todavía cantaba en The Smiths.

kuko

domingo, 3 de febrero de 2008

Bajo cero


Ilustración: Retrato del pintor Hans Theo Richter y su esposa Gisela’ (Otto Dix)

Escuchando: Peces de ciudad (Joaquin Sabina)




En mi memoria:


“Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.”


(De la canción anterior)







Ahora que ya no llueve, se han ido las nubes y se detuvo el viento que empujaba las hojas más rezagadas.

Cuando desde hace meses nadie pasa por mi calle.

Ahora que he abandonado la idea de volver a leer algún correo tuyo.

Ya nunca es hora de algo, siempre es hora de nada.

Nada me conmueve, todo me roza sin acariciarme.

Ya ni el obediente reloj se come mis segundos.

Ni siquiera recuerdo un simple sueño que me pueda sacar de esta rutina.

Y todo se detiene en este mundo completamente helado.





kuko

miércoles, 23 de enero de 2008

Ajedrez



Ilustración: El pensador (François Auguste René Rodin)

Escuchando: Message in a bottle (The Police)



En mi memoria:


"Cuanto más se eleva un hombre, más pequeño les parece a los que no saben volar".

(Friedrich Nietzsche)






El único mito que tuve en la infancia fue Bobby Fisher.

Me recuerdo a mí mismo en el colegio, siendo todavía muy niño. Jugábamos al ajedrez los sábados por la mañana. Aprendíamos las reglas, pocas aperturas y algunas defensas básicas. Y hablábamos mucho sobre Bobby Fisher.

No fue el más precoz entre los mejores ajedrecistas, aunque con 14 años era campeón de EE.UU. y con sólo uno más era Gran Maestro y hasta ese momento nadie había conseguido alcanzar tan joven uno de estos méritos.

Por no ser, puede que ni siquiera haya sido el mejor ajedrecista de la historia de este juego. De hecho, la mayoría consideran a Kasparov más completo.

Pero sin duda hacía el ajedrez mucho menos memorístico, más intuitivo y, desde luego, muy bello.

En aquellos telediarios en blanco y negro informaban sobre las partidas entre Fisher y Spassky. Se estaban jugando el campeonato del mundo, en manos soviéticas desde el final de la 2ª Guerra Mundial. Al principio, todos apostaban por Spassky, aunque Fisher venía de aplastar literalmente al resto de candidatos. Fisher comenzó perdiendo la primera partida. Luego hizo una de las suyas: no se presentó a la segunda. El resultado parecía claro, pero no fue así. Comenzó a remontar y luego a superar a su dignísimo adversario. Finalmente, ganó con gran autoridad.

Y llegó a la cima, contaba sólo con 29 años.

El resto es una historia de autodestrucción, probablemente porque concibió su vida como otro tablero de ajedrez y ahí no supo ganar la partida.





kuko

lunes, 14 de enero de 2008

Casualidad y tiempo


Ilustración: Huevos fritos con Francis Bacon (Reinerio Tamayo)

Escuchando: Fast car (Tracy Chapman)



En mi memoria:


“Tienes un coche rápido.
Como es tan rápido podemos volar.
Tienes que tomar una decisión:
nos vamos esta noche o vivimos y morimos de esta manera”


(De la canción anterior)






365 días con sus noches, casualidad y tiempo.

Justo un año sin saber de ella, hada emergente de mal augurio. Cuatro estaciones, revolución copernicana en viaje completo de ida y vuelta al mismo punto.

Resulta curioso el modo que tienen los dioses más malvados de castigar la insolencia de los hombres. Te recuerdan que no eres nadie, que no eres nada en sus manos.

De repente están ahí. Están en un teléfono móvil que se cae al suelo y se rompe. Se materializan en tu ocurrencia de repescar el teléfono antiguo. Y parece que puedes escuchar sus carcajadas cuando, al conectarlo, aparece aquella fotografía en la que estais los dos juntos riendo, su cabeza apoyada en tu pecho.

Hacía un año justo hoy. 365 días con sus noches.




kuko

sábado, 5 de enero de 2008

Tortuga y cebolla


Ilustración: Doble retrato (Lucian Freud)

Escuchando: Somebody to love (Jefferson Airplane)




En mi memoria:


“El tiempo sería soberbio. Habría una gran calma en la atmósfera, límpida y fresca. A pesar de la oscuridad de la noche, se vería toda la aldea con sus tejados blancos, el humo de las chimeneas, los árboles plateados por la escarcha, los montones de nieve. En el cielo, miles de estrellas parecerían hacerle alegres guiños a la Tierra. La Vía Láctea se distinguiría muy bien, como si, con motivo de la fiesta, la hubieran lavado y frotado con nieve...Vanka, imaginándose todo esto, suspiraba.”

(Vanka- Anton Chejov)







Puede que lo que dice la canción sea cierto y que sea precisamente cuando se mueren las flores de tu jardín o cuando tu mente se llena de “rojo”. Tal vez es verdad que éste pueda ser precisamente el mejor momento para pensar si necesito a alguien a quien amar. O a algo, añado yo.

No me estoy quejando, pero es cierto que hace tiempo que se han muerto, quizás las maté yo mismo, las flores de mi jardín. Además, son muchas las noches que duermo inquieto, me despierto con pesadillas, y así ya no son sólo los días, sino también las noches las que paso con la mente en “rojo”.

Llevo meses intentando hacer lo del chiste: acostarme a ver si se me pasa. Pero estoy empezando a rendirme, y creo que va siendo hora de ponerme un límite temporal a partir del cual puede que lo haga, porque tal vez sea la hora de llenar el tremendo hueco que me dejó mi perrita al irse, aunque me prometí que no lo haría.

Cada día me doy cuenta que tengo menos de tortuga y más de cebolla. Lo mío no es un caparazón duro, sino varias capas frágiles, todas ellas permeables.



kuko