domingo, 30 de noviembre de 2008

Somos tiempo


Ilustración: Autumn leaves (Georgia O´Keeffe)

Escuchando: Orange sky (Alexi Murdoch)




En mi memoria:

“Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,

miro nuestras sombras movidas por las llamas.

Esta es la misma estación que descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por las llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.

Esta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.


Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos.

—Yo llenaba esas manos de cerezas,
esas
manos llenaban mi vaso de vino—.
Ella mira el fuego que envejece.”


(Jorge Teillier)





Hablas del mañana. De que saldrá el sol, de que no se verá una nube y de que, poco a poco, se disipará este frío.

Sabes bien que algo me ocurre, y me hablas del tiempo porque preferirías sacarme de ese estado para que no se apodere de mí el pesimismo. Te aterras viéndome asustado. En estos días surgen los cánceres imaginarios y otros monstruos que nos corroen cada vez menos.

Y no sabes que en los días así, todo -hasta el mismo tiempo- me conduce a este sitio del que debo salir sin ayuda.

Nos conformamos con intentar ser felices soñando con este final simétrico. Tienes razón: mañana, puede que pasado, será un buen día. Sí, la experiencia nos dice eso.

Mientras tanto, al igual que se desnudan los árboles, debemos desprendernos de viejas hojas. Por eso me preocupa intentar que la sonrisa no nos pese. Por eso ensayo a diario la mueca, para no perder la costumbre.

No espero que me entiendas, pero necesito contártelo.

Querías saber por qué estaba tan frío como esta tarde. Creo que la respuesta es que todos somos tiempo.



kuko

domingo, 16 de noviembre de 2008

Noviembre


Ilustración: La jugadora de ajedrez (James Cathcart)

Escuchando: I love the rain (Lenny Kravitz)




En mi memoria:

"Un puerto es morada agradable para un alma fatigada de las luchas de la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura móvil de las nubes, el colorido cambiante del mar, el centelleo de los faros, son un prisma adecuado y sorprendente para distraer los ojos sin agotarlos jamás. Las formas esbeltas de los navíos de aparejo complicado, a los que la marejada imprime oscilaciones armoniosas, sirven para conservar en el alma el gusto del ritmo y de la belleza. Y además, sobre todo, hay una suerte de placer misterioso y aristocrático para el que ya no tiene curiosidad ni ambición, en admirar, tumbado en la azotea o apoyado de codos en el muelle, todos los movimientos de los que se van y de los que regresan, de los que poseen aún fuerza para querer, deseo de viajar o de enriquecerse. "

(Charles Baudelaire)



Dicen que noviembre es un mes de eso: de contactos con el más allá, si existe, y de melancolía encendida, que es la más apagada de todas.

Para mí es tiempo de pasear por los parques y pisar las hojas secas. Es tiempo de contraste de colores y de lanzar la pelota al perro pensando en él para que él, pensando a su vez en ti, te la devuelva. Es tiempo de aves que han decidido quedarse a pasar el invierno,para demostrarnos que ellas son libres de elegir. De todo eso y de leer, de escuchar música; tiempo de pensar en lo que somos y en lo que queremos ser.

Es, en definitiva, el momento de tomar un café asomado a mi ventana. A esa con vistas al parque donde suceden las cosas que son realmente importantes. Como en el puerto de Baudelaire.

Noviembre no es un mes triste, ni mucho menos.

¡A veces hasta llueve y todo!




kuko

sábado, 8 de noviembre de 2008

Niebla


Ilustración: Adan y Eva (Tamara de Lempicka)

Escuchando: When she believes (Ben Harper)





En mi memoria:

“De tanto amarte y tanto no quererte
te has cansado de mí y de mis locuras
y le has prendido fuego a nuestra historia.
Tu ropa no perfuma ya la casa.
No queda una palabra de cariño
suspendida en el aire, ni una hebra
de azabache en la almohada. Sólo flores
secas entre las páginas del libro
de nuestro amor, y cálices de angustia,
y un delirio de sombras en la calle.”

(Luis Alberto de Cuenca)




Al salir de aquel teatro nos dimos de bruces con una noche fría y húmeda de las que calan los huesos de los seres que todavía sois vertebrados.

Recuerdo que te llevaba cogida de la mano porque tenía miedo a perderte en la densa niebla. En realidad, era una niebla tan espesa que me inundaron miedos que creía alejados de mí para siempre.

- Me aterra pensar que apenas vemos donde pisamos – me dijiste con voz temblorosa.

- En días como hoy es fácil pisar una cagada de hombre-lobo – te contesté, haciéndote sentir la falsa firmeza de mi mano.

Y fue entonces cuando volví a ver la Magia. En unos segundos, habías despejado la densa bruma con tu risa y pude comprobar que la Luna nos había hecho capaces de hacer sombra.


kuko