Coma
Ilustración: El Ángel Caido (Ricardo Bellver)
Escuchando: Lean on me (Bill Withers)
En mi memoria:
“Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.
Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.
Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,
para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.”
(Pablo Neruda)
Como en una espesa bruma, me recuerdo soñando con ser tantas cosas distintas que hoy me resulta difícil explicar cómo, en algún recodo del camino, me perdí de todas ellas para no volver a encontrar el rumbo.
Luchas, pero al final cedes por agotamiento. No es que te acomodes, de hecho no te acostumbras y hasta tus prioridades van cambiando.
Por eso ya no me importa si alguna vez tuve alma, lo relevante es que mi carne está muerta y fría desde que el sacerdote degolló aquel gallo blanco. En ese momento perdí –porque recuerdo que los tuve- los colores y la música, el olor de la tierra mojada y el brillo de unos ojos lo suficientemente inocentes.
Desde entonces, y es irónico, vivo aquí, conectado a la vida a través de una máquina que se alimenta de las responsabilidades que yo mismo me he creado.
Y así pasan los días, las horas, los minutos y los segundos, condenado a vivir este coma absurdo, irreversible y eterno.
kuko
Escuchando: Lean on me (Bill Withers)
En mi memoria:
“Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.
Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.
Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,
para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.”
(Pablo Neruda)
Como en una espesa bruma, me recuerdo soñando con ser tantas cosas distintas que hoy me resulta difícil explicar cómo, en algún recodo del camino, me perdí de todas ellas para no volver a encontrar el rumbo.
Luchas, pero al final cedes por agotamiento. No es que te acomodes, de hecho no te acostumbras y hasta tus prioridades van cambiando.
Por eso ya no me importa si alguna vez tuve alma, lo relevante es que mi carne está muerta y fría desde que el sacerdote degolló aquel gallo blanco. En ese momento perdí –porque recuerdo que los tuve- los colores y la música, el olor de la tierra mojada y el brillo de unos ojos lo suficientemente inocentes.
Desde entonces, y es irónico, vivo aquí, conectado a la vida a través de una máquina que se alimenta de las responsabilidades que yo mismo me he creado.
Y así pasan los días, las horas, los minutos y los segundos, condenado a vivir este coma absurdo, irreversible y eterno.
kuko
5 comentarios:
Un hermoso monumento al Diablo y tu escrito.
Sara
Lloré con tu escrito y lo sabes, a veces nos haces estos regalos.
Un beso.
No sé que decir. Será el vacío del coma que deja sin palabras.
Mest
Siempre te siento "precioso".
Siempre.
Y me gusta lo que dices y lo que escuchas.
Jade
sigo leyéndote...
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