domingo, 19 de abril de 2009

Nocturno


Ilustración: Artistas con vegetales (Max Beckmann)

Escuchando: I'm in you (Peter Frampton)





En mi memoria:

“Hoy recibí tu carta. La he leído
con asombro, pues dices que regresas,
y aún de la sorpresa no he salido
¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!

«Que por fin vas a verme que tan larga
fue la separación». Te lo aconsejo,
no vengas, sufrirías una amarga
desilusión: me encontrarías viejo.

Y como un viejo, ahora, me he llamado
a quietud, y a excepción ¡Siempre el pasado!
De uno que otro recuerdo que en la frente

me pone alguna arruga de tristeza,
no me puedo quejar: tranquilamente
fumo mi pipa y bebo mi cerveza”.


(Evaristo Carriego)




Esta noche he escuchado pasar casi todas las horas con sus minutos. Tumbado boca arriba, con las luces apagadas, pensaba que la gravedad de no dormir depende sólo de la perspectiva con la que se afronte y yo, en ese momento, no me encontraba mal del todo: horizontal y mirando a un techo que sólo se veía en el breve instante que transcurre durante un relámpago, mientras escuchaba el golpear de las gotas de lluvia en mi ventana. También se escuchaba a veces un viento que procedía de alguna parte, sin la fuerza suficiente para limpiar de nubes el cielo. Por eso, ya sabía de la oscuridad del amanecer antes de que ocurriera.

Otras veces, en la misma situación, me he parado a inventarme historias delirantes que me causan angustia. Esta noche no ha sido así. Me venían a la cabeza aquellos días que comenzaban con el roce de un beso que no era de despedida. Ha sido peor, porque de repente me he sentido más viejo que nunca y ya me han pesado los segundos que quedaban hasta el nuevo día.

Por eso, con las primeras luces del alba, he salido a la calle con mi paraguas. He caminado sin rumbo hasta que he conseguido serenar mi miedo. He entrado en una cafetería y me he fijado en que en las vitrinas de la larga barra, los cruasanes parecían querer atacar a los bollos, y he pedido un café para ese cabrón que se veía reflejado en el espejo del fondo y que me estaba mirando mientras sonreía, después de la noche que me ha dado.



kuko

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué jodidamente dificil resulta escaparse de la imagen del insomnio cuando se instala como una tela adhesiva en la duermevela sin sentido...
Ya falta menos para que ese libro se termine... espero..
Mest