viernes, 23 de abril de 2010

Cambios


Ilustración: Niña durmiendo (Angeles Santos Torroella)

Escuchando: Protection (Massive Attack)



En mi memoria:

“Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,

sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.

Los que allá fueron nada encontraron,

ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,

ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,

algo que era una flor o un mirlo de oro

o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mi,

echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.

Y ahora mi oficio es soñar, y no se

si soy yo quien sueño, o es que por mi sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.”


(Alvaro Cunqueiro)





Tras lo sucedido, nunca volvieron a estar cómodos en el mismo espacio.

Al principio parecían siameses. No perdían ocasión de eliminar el aire que les separaba. Sus manos se buscaban, los ojos de uno nunca perdían de vista los del otro.

De una semana a otra cambió todo. Nunca supe el motivo.

Lo cierto es que las sonrisas y el cariño cayeron asesinados en un mal sueño y, entonces, un torrente de desprecio salió despedido como de una cañería rota, formando un gran embalse en el que se ahogaba todo indicio de vida.

Hace ya mucho que la presencia de uno te hacía intuir la del otro, pero hasta ayer mismo se evitaban de forma obsesiva.

Hoy he coincidido en un restaurante con ellos casualmente. Estaban juntos, sin separar sus miradas ni sus manos. Parecía que les sobraba el aire que forzosamente les separaba apenas unos centímetros. Serán imaginaciones mías, pero se diría que había más luz en esa mesa.

Creo que no me han visto. En realidad, creo que no han visto a nadie.

Catorce años después, la vida hoy parece haberse vuelto más amable, tanto que hubiera sido un sacrilegio romper ese momento con un vulgar saludo.



kuko-

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, seguro que había más luz en aquella mesa.
Gracias y besos.

Anónimo dijo...

Llego ahora y te leo.
Bssssssssssss
Jade

Anónimo dijo...

yo solo paso de puntllas a desearte buenas noches para no romper el hechizo
mest