domingo, 4 de mayo de 2008

Vida


Ilustración: Flores de México (Alfredo Ramos Martínez)


Escuchando: Golden brown (The Stranglers)




En mi memoria:

“Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido. Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura.”

(El árbol de la ciencia. Pío Baroja)




Había estado toda la noche esculpiendo dunas de arena blanca.

Una tras otra les confería su forma ondulante y sinuosa.

Al amanecer las dunas ya no estarían en su sitio.

Le sucedía lo mismo que le pasó antes con las olas. 

Sin embargo, esa noche volvería a intentarlo otra vez.

Y la siguiente.

Todo parecía muerto y en realidad estaba vivo.

Sí, sólo tenía sentido si volvía a intentarlo otra vez en cuanto se ocultase el sol al acabar ese día.

Y también al siguiente…





kuko

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada está muerto y todo nace estallando y no hay lenguaje o mirada que nos diga que lo que queríamos decir ha sido comprendido.

El árbol de la ciencia de Baroja y la Montaña mágica de T.Mann quizá los libros que más me "hirieron" la adolescencia para siempre.

S.

Ogigia dijo...

Ya lo ha dicho ella, nuestra S, estoy con ella, estoy contigo...

Anónimo dijo...

yo me quedo imaginando las suaves ondulaciones y su resistencia a permanecer inmóviles. La vida en los granos de arena movidos por el viento... al igual que las olas lo invaden todo pero ellos penetran imperceptiblemente hasta hacerse dueños del territorio. Así que por mucho que ordenemos nuestros sentimientos y les demos forma, cuando queremos darnos cuenta se han conformado ellos.. va a ser que eso es la vida, que no la hacemos, nos hace. Será mejor mirar por donde trata de llevarnos y seguirla
Besos de catálogo, amigo.
Mest