viernes, 11 de abril de 2008

Memoria


Ilustración: Lavabo y espejo (Antonio López)



Escuchando: More than words (Extreme)



En mi memoria:


" Y mientras escribo en mi culpable agonía, frenético por salvar a la ciudad cuyo peligro aumenta a cada instante, y lucho en vano por liberarme de esta pesadilla en la que parece que estoy en una casa de piedra y de ladrillos, al sur de un siniestro pantano y un cementerio en lo alto de una loma, la Estrella Polar, perversa y monstruosa, mora desde la negra bóveda y parpadea horriblemente como un ojo insensato que pugna por transmitir algún mensaje; aunque no recuerda nada, salvo que un día tuvo un mensaje que transmitir.”

(Polaris – H.P. Lovecraft)





Es cierto que no tenía otra intención que examinar mejor el sello del sobre viejo que yacía en el suelo, junto al contenedor. Era una estampilla en la que aparecía el dictador de cuerpo entero, en un tono azul, puede que violeta.

Tampoco faltaría a la verdad si dijera que él no imaginaba que el sobre pudiera contener una carta que, por un impulso mecánico, comenzó a leer:

“Ana:

No temas porque no voy a escribirte más. Es mi última carta.

He sabido que ya no venías a verme porque vas a casarte. No te ocultaré que me sentí al principio muy dolido y, por eso, he tardado mucho en escribirte.

Tardé mucho en comprender que, aunque no me quisieras, el mundo iba a seguir girando y que yo tenía que estar dentro o este tiempo que he perdido aquí encerrado no habría servido para nada.

Te escribo para que sepas que no tengo nada que reprocharte, que comprendo que los años han pasado lentos también para ti, que estamos muy lejos de aquel destino que pensamos, que ya nunca podría ser lo mismo. Que yo, como tú, sólo quería ser un simple maestro de escuela antes de que estallara esta absurda guerra.

Y que te quiero. Que nunca dejaré de hacerlo.”

Se sintió como un mirón y, avergonzado, introdujo la carta en el contenedor, mirando hacia los lados con temor de que alguien le hubiera podido ver leerla. Ya no le interesaba si el sello tenía algún valor. Sólo se preguntaba si aquella carta tuvo alguna respuesta.




kuko

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito lo que escribes...sin palabras.

Gracias.

Ogigia dijo...

me gusta, sí, lo sabes, tú también me gustas....

Anónimo dijo...

uff!....la historia!
las cartas son lo mas terrible e impactante que se puede leer. Lo sé de buena tinta, nunca mejor dicho, pero jámás las tiras porque aunque seas un extraño, algo las llevó a ti la mayoría de las veces desde un puesto de almoneda o desde el rastro.
Y siguen vivas. Y tienen imágenes. Y piensas qué herederos desconsiderados las tiraron entre los papeles. Tal vez ni sabían que existían.
Qué vivas están las palabras a pesar de los años.
Muy bello

Mityu dijo...

Una carta está ya a punto de alcanzar la legitimidad de documento histórico. Patrimonio de todos. Lo privado, lo que más.