martes, 17 de julio de 2007

Amantes



Ilustración: Los amantes (Marc Chagall)

Escuchando: Todo se transforma (Jorge Drexler)



En mi memoria:

“Sobre su piel borrosa,
cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz, los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.”


(Jaime Gil de Biedma)







La luz del faro se paseaba oblicua sobre la habitación para recordarme que todavía estaba despierto. Cada destello intermitente me ofrecía la imagen de tu cabello derramándose sobre la almohada y de tu espalda, cubierta torpemente con la sábana del hotel.

Invadido por la ternura, me sentí sucio al tener que hacer un esfuerzo por recordar tu nombre. Apenas sabía nada de tí, aunque apenas una hora antes hubiera jurado ante Dios sin mentir que te amaba.

Sabía, los dos sabíamos, que el amanecer no sería distinto de otras ocasiones. Con lágrimas en los ojos, te besé suavemente la espalda y te arropé. Después, lentamente, me fui al otro extremo de la cama, mientras hacía un esfuerzo por no despertarte con mi llanto.

Sí, seguro que te había amado con todas mis fuerzas en ese fugaz instante, mientras me diste la oportunidad de descender hasta el cielo a través de las curvas de tu cuerpo; bajando todavía más hasta rozar la eternidad, y también el vacío, del Universo.




kuko

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conseguiste (una vez más)evocar cosas, sensaciones, emociones que están ya lejos. Gracias por traerlas, así, casi sin querer.

Bye, bye, langostino.

Ogigia dijo...

TE LEO, AHORA EN SILENCIO