domingo, 21 de diciembre de 2008

Navidad


Ilustración: Árbol de Navidad del Rockefeller Center (N.Y.)

Escuchando: Merry Christmas -The war is over (John Lennon)




En mi memoria:

“Por el cinco de enero,
cada enero ponía

mi calzado cabrero

a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,

siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto,
hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salía.
Y hacia el seis,
mis miradas
hallaban
en sus puertas

mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas. “


(Las abarcas desiertas. Miguel Hernández)


Hay muchas Navidades desde la del Rockefeller Center a la de las abarcas desiertas.
Yo os deseo la mejor a todos.


kuko

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy cierto, kuko.
Una realista visión y una entrañable felicitación.
Igualmente para tí.
Un beso:)
Kant

Anónimo dijo...

demasiadas abarcas, demasiadas....
besos amigo
Mest

Ogigia dijo...

Felices días amigo, al menos, tranquilos, sin agobio

Ogigia dijo...

Sigo contigo, ya sabes