domingo, 18 de mayo de 2008

Amaneceres


Ilustración: Desnudos en la playa (José de Togores)

Escuchando: Morning has broken (Cat Stevens)




En mi memoria:

“Cerré mi puerta al mundo;
se me perdió la carne por el sueño...
Me quedé, interno, mágico, invisible,
desnudo como un ciego.


Lleno hasta el mismo borde de los ojos,
me iluminé por dentro.
Trémulo, transparente,
me quedé sobre el viento,
igual que un vaso limpio
de agua pura,
como un ángel de vidrio
en un espejo. "

(Emilio Prados)






Indiferente a lo que pudieras pensar, me he levantado, me he vestido atropelladamente y he vuelto a mi refugio. Estabas despierta, pero de tu boca no ha escapado ni un reproche. Eso te hace más bella.

Más de una hora de camino, y yo estaba tan absorto pensando que no he visto la primavera en la calle.

Ya en mi castillo, penetra la luz del día acabado de nacer por la ventana, cruza la habitación e intenta desaparecer en el misterio de un espejo. Mientras tanto, rescato a girones mi vida más próxima en un lento y amargo viaje.

Me siento aquí a desahogarme en unas líneas y, de repente, no hay nada sobre lo que escribir. No necesito atenciones, no necesito auxilio.

Es fácil comprender que el espejo nunca devorará la luz que llega, no es esa su condición.

Estoy peor que sólo. Me acompañan los fantasmas de este castillo.

Puede que algún día descubra lo que pasa si vemos amanecer juntos.




kuko

domingo, 4 de mayo de 2008

Vida


Ilustración: Flores de México (Alfredo Ramos Martínez)


Escuchando: Golden brown (The Stranglers)




En mi memoria:

“Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido. Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura.”

(El árbol de la ciencia. Pío Baroja)




Había estado toda la noche esculpiendo dunas de arena blanca.

Una tras otra les confería su forma ondulante y sinuosa.

Al amanecer las dunas ya no estarían en su sitio.

Le sucedía lo mismo que le pasó antes con las olas. 

Sin embargo, esa noche volvería a intentarlo otra vez.

Y la siguiente.

Todo parecía muerto y en realidad estaba vivo.

Sí, sólo tenía sentido si volvía a intentarlo otra vez en cuanto se ocultase el sol al acabar ese día.

Y también al siguiente…





kuko