lunes, 25 de febrero de 2008

Silencio


Ilustración: Les Poseuses (Georges Seurat)



Escuchando: Into the mystic (Van Morrison)




En mi memoria:

Bebió el vaso, las pequeñas pastillas,
y esperó la llegada del sueño.
Con cierto miedo a su valor
—por vez primera había afirmado su existencia—,
tal vez curioso, con cansado gesto,
sintió el peso de sus párpados caer.
Horas después —una extraña sonrisa dibujaba sus labios
—se anunció a sí mismo, tercamente,
la única certidumbre que al fin había adquirido:
jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel.

(Juan Luis Panero)




Me reclamas que te acompañe para siempre porque una vez emergimos juntos del mismo beso. Porque, durante un tiempo, nos ayudamos mutuamente a pagar el alquiler de las horas. Porque creiste que en algún momento podríamos abrir la maleta e intercambiar nostalgias. Porque pensaste que en todos los mañanas se vería el sol. Yo no puedo saberlo.


Me entristece pensar que creías que sería feliz si me traías las zapatillas. Todas nuestras vidas de aprendizaje para llegar a este punto. Nuestra muerte y la muerte juntas, un poemario que habla del final de la vida. Tanto beso deseado y al final tanta angustia sabiendo que nos hemos mirado sin vernos.

Y ahora el silencio. Puede que mañana sea un día encantador de los que tú presagiabas. Yo estaré seguro de estar sólo, porque nadie me ha seguido hasta aquí. La soledad es perfecta cuando nada tiene razón de ser y también cuando sientes que algo alguna vez tuvo cualquier razón para estar vivo.




kuko

martes, 12 de febrero de 2008

Morrissey





No tengo un buen día. Antibióticos y fiebre. Si fuera trabajador por cuenta ajena, me pediría una baja. O si me lo pudiera permitir en estos momentos, que no puedo.

En estas, como decía Larra, andaba yo hace un rato embebido en mis pensamientos, que eran aquellos, sin prestar atención a nada ni nadie de lo que me rodeaba hasta que he llegado al portal de mi casa. En él, buscando las llaves, se encontraba mi vecino, el que me recuerda a Morrissey. Al del video, cuando era el vocalista de The Smiths.

Frente a él, una turba -palabra de moda- de niños púberes como él que le insultaban, aludiendo de la forma más obscena a una condición sexual que resulta más que evidente y que el pequeño Morrissey me da la impresión que no trata en absoluto de esconder.

Al verme llegar, se ha vuelto hacia mí y me ha deseado buenas noches, como siempre que nos cruzamos. En su rostro no había ni un sólo gesto extraño, ni un asomo de lágrima. En ese momento me ha dado por pensar en lo desordenadas que hemos aprendido muchas cosas, en esa educación tan absurda que nos llevó a identificar a un homosexual con un cobarde y en que me apetecía volver a ver a aquel Morrissey, el que todavía cantaba en The Smiths.

kuko

domingo, 3 de febrero de 2008

Bajo cero


Ilustración: Retrato del pintor Hans Theo Richter y su esposa Gisela’ (Otto Dix)

Escuchando: Peces de ciudad (Joaquin Sabina)




En mi memoria:


“Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.”


(De la canción anterior)







Ahora que ya no llueve, se han ido las nubes y se detuvo el viento que empujaba las hojas más rezagadas.

Cuando desde hace meses nadie pasa por mi calle.

Ahora que he abandonado la idea de volver a leer algún correo tuyo.

Ya nunca es hora de algo, siempre es hora de nada.

Nada me conmueve, todo me roza sin acariciarme.

Ya ni el obediente reloj se come mis segundos.

Ni siquiera recuerdo un simple sueño que me pueda sacar de esta rutina.

Y todo se detiene en este mundo completamente helado.





kuko