viernes, 21 de diciembre de 2007

Feliz navidad


Ilustración: Árbol de navidad pacman en Nuevos Ministerios (Madrid)

Escuchando: Jingle bell rock (Chubby Checker & Bobby Rydell )



En mi memoria:

“Ya pueden comerse el pavo. Ofrézcanlo al pobre cordialmente. ¿Qué se ha acabado? ¡Pero qué horror! No sé, disimulen… ofrézcanle los huesos”

(Plácido – Luís García Berlanga; con guión del propio Berlanga, Luís Azcona, José Luis Colina y José Luis Font)





Llega la navidad, y ésta es mi felicitación.

Contiene, aunque no lo creais, una mirada optimista al futuro, destacando lo positivo de estas fiestas (que lo tienen, claro).

Pero también tiene algo –nunca viene mal- de denuncia social (grandísimo Berlanga, estrenando Plácido con Franco bien vivo).

En el fondo, todos nos hemos sentido alguna vez como Cassen que tiene graves problemas para pagar la letraa de su motocarro. Todos, de un modo u otro, intentamos a veces lavar nuestra cabeza (por dentro, quiero decir) invitando a un indigente por Nochebuena.

Felices fiestas.


kuko

domingo, 16 de diciembre de 2007

Un Hombre-Montaña


Ilustración: Jardín en Sainte-Adresse (Claude Monet)

Escuchando: Red red wine (UB40)



En mi memoria:

“Su Muy Sublime Majestad propone al Hombre-Montaña, recientemente llegado a nuestros celestiales dominios, los artículos siguientes, que por solemne juramento él viene obligado a cumplir:
Primero. El Hombre-Montaña no saldrá de nuestros dominios sin una licencia nuestra con nuestro gran sello.
Segundo. No le será permitido entrar en nuestra metrópoli sin nuestra orden expresa. Cuando esto suceda, los habitantes serán avisados con dos horas de anticipación para que se encierren en sus casas.
Tercero. El citado Hombre-Montaña limitará sus paseos a nuestras principales carreteras, y no deberá pasearse ni echarse en nuestras praderas ni en nuestros sembrados.
Cuarto. Cuando pasee por las citadas carreteras pondrá el mayor cuidado en no pisar el cuerpo de ninguno de nuestros amados súbditos, así como sus caballos y carros, y en no coger en sus manos a ninguno de nuestros súbditos sin consentimiento del propio interesado.”


(Los viajes de Gulliver. Jonathan Swift)



Que nadie entienda mal lo que voy a decir: soy un Hombre-Montaña.

No necesito licencia de nadie para entrar o salir, o para moverme o dejar de hacerlo.

Y eso no quiere decir que considere a los demás ciudadanos de Liliput. Sólo significa que soy un Hombre-Montaña.

De hecho, y como decía Wilde, “como mala persona soy un completo desastre. Hay montones de gente que afirman que no he hecho nada malo en toda mi vida. Por supuesto sólo se atreven a decirlo a mis espaldas.”

Pues eso.




kuko